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Fátima y la homosexualidad quizás recurrente

El cuarto intento como director de Jorge Perugorría se titula Fátima o el Parque de la Fraternidad, y reitera el tema de la homosexualidad y el travestismo.


Este artículo es de hace 8 años

El actor más internacional del cine cubano, Jorge Perugorría, con veinte años de fama luego del estreno mundial de la memorable Fresa y chocolate, quiso llevar al lenguaje cinematográfico el cuento de Miguel Barnet Fátima o el Parque de la Fraternidad, laureado en 2006 con el Premio Juan Rulfo.

El cuarto intento de Perugorría como director se concentra, con mucho de melodrama y algunos toques de humor, en la historia de Manuel García, quien nace en provincia y emigra a la capital para renacer como Fátima, en el mundo prostibulario del travestismo centrohabanero. Fátima es transformista y actúa en los escenarios más o menos clandestinos de una ciudad cuya doble moral lo esquiva y lo flagela, y al mismo tiempo lo aplaude y lo impulsa.

Perugorría le declaró al sitio web La Jiribilla que este es el proyecto más complejo de los que ha dirigido: “Los anteriores —Afinidades, en codirección con Vladimir Cruz; Amor Crónico y Se Vende— fueron una especie de experimento cinematográfico, aquí ya hay otro tipo de trabajo. He tenido mucho más tiempo de filmación y he podido cuidar más de la fotografía, la dirección de arte, la música y la puesta en escena.

En el rol protagónico, interpretando a Fátima, brilla Carlos Enrique Almirante, quien se está enfrentando, según el director “al trabajo más complejo de su carrera porque encarna a un personaje lleno de matices y lo interpreta muy honestamente”. El elenco está reforzado conocidos intérpretes como Mirtha Ibarra, Broselianda Hernández, Néstor Jiménez, Patricio Wood y Tomás Cao.

“Estoy seguro que después de esta interpretación nada será igual —reconoció Almirante en declaraciones a la Agencia de Información Nacional— porque he aprendido mucho todos los días, antes y durante el rodaje. Este es un reto que agradezco”.

También contribuyen con el resultado artístico general, la fotografía de Ernesto Granado, la dirección de arte de Erick Grass, el maquillaje de Magdalena Álvarez, y Leticia Mendoza como productora de set; todos bajo la dirección de producción de Francisco Álvarez.

A menos de un año de estrenado Vestido de novia, la ópera prima de Marilyn Solaya, que también se concentraba en la historia de un muchacho transgénero, Fátima… coloca sobre el tapete nuevamente los temas de la doble moral, el machismo, la homofobia y la intolerancia a lo diferente, delicados asuntos que también formaban parte de la agenda temática de Chamaco (2012) de Juan Carlos Cremata, y de varias películas cubanas anteriores.

La cierta insistencia del cine cubano en la identidad transgénero o el travestismo, más que en la homosexualidad, disgusta a algunos espectadores, cuyo rechazo a estas películas suele pertrecharse de argumentos también homofóbicos. Las razones de cierto rechazo de una parte del público habría que buscarlas, sobre todo, en la homofobia arraigada culturalmente desde hace siglos, aunque también es válido el señalamiento del público sobre cierta insistencia del audiovisual cubano en la tipología de “hombres atrapados en cuerpos de mujer”, transexuales, o travestis.

Vestido de novia y Fátima…, por solo hablar de los dos filmes cubanos más recientes con estos estos personajes y temáticas, han provocado cierto distanciamiento del público, ávido de apreciar otras cuestiones, también actuales, en los escasos filmes nacionales que consigue estrenar cada año el cine cubano.

También debe decirse que existe un hilo evolutivo, más que insistencia desmedida, en la temática homosexual, si consideramos algunos títulos producidos en lo que va de siglo XXI: Puede concluirse con certeza que hemos avanzado a partir de las timideces y ocultamientos en Las noches de Constantinopla (2001) de Orlando Rojas. Y si bien es indiscutible el carácter fortuito, accesorio y circunstancial de “lo homosexual” se repite en Lista de espera (2000, Juan Carlos Tabío), Suite Habana (2003, Fernando Pérez), Barrio Cuba (2005, Humberto Solás) y en la muy posterior Fábula (2011) de Lester Hamlet, este mismo director le había otorgado considerable peso específico al protagonista de Casa vieja (2010) un homosexual asumido, y bien distante del esquema del afeminado al que estamos acostumbrados por los medios.

La norma representacional del gay histriónico o carrocero, capaz de moverse en un registro entre lo divertido y lo patético, puede verse con toda claridad en Vestido de novia y Fátima, pero se elude en Verde Verde (2011) de Enrique Pineda Barnet, que narra un acercamiento sexual entre dos aparentes “machotes”, de gestualidad muy poco afectada, en un ambiente marginal y decadente.

Chamaco (2009, Juan Carlos Cremata) se propone más bien testimoniar la pérdida de valores en la familia y la sociedad a través de la historia de un joven dedicado a prostituirse, lo que suele llamarse en la jerga callejera “un pinguero”. Al igual que Verde Verde, Chamaco describe un mundo oscuro, opresivo y sin salida, relaciones gobernadas por la manipulación, el chantaje, la violencia y el fingimiento, pero en el filme de Cremata tales actos no se vinculan con la tendencia homosexual del personaje, algo que sí demarca Pineda Barnet en su película.

En el criterio de los espectadores, más o menos homófobos, queda decidir si todo este conjunto ha presentado demasiado de lo mismo, o si estamos en presencia del natural desborde luego de prolongados años de invisibilidad y negación.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.