Fuerte de Santa Dorotea de Luna de La Chorrera

A principios del siglo XVII, el gobernador Pedro Valdés propuso la construcción de torreones defensivos en las desembocaduras de los ríos ¨La Chorrera¨ (hoy Almendares), al oeste de la capital, y ¨Cojímar¨ al este.
Ambos lugares eran posiciones privilegiadas, pues el poder defensivo de las tres fortalezas La Fuerza, La Punta y El Morro, no alcanzaba hasta esos importantes lugares, y los que lograran internarse por esas zonas, podían sorprender a los vecinos de La Habana y a sus defensores.
En el año 1633 vinieron a Cuba el marqués de Cadereyta y el almirante Carlos de Ibarra, para inspeccionar el estado de las tres fortalezas, recomendando la construcción de los torreones. Fue en el año 1635 que se ordenó su construcción urgente por la Real Cédula del 30 de enero, debiendo México situar los fondos.
Nada se hizo hasta el mandato de Álvaro de Luna (1639-1646) quien, cansado de pedir los fondos a México y temiendo un ataque de holandeses y portugueses, determinó construir los fuertes, con la contribución económica de los vecinos de estos lugares.
El capitán Juan Alférez escogió el lugar donde se debía situar el fuerte de la Chorrera y confeccionó su plano. De Luna mandó a venir a Juan Bautista Antonelli de Santiago de Cuba para dirigir las obras. Antonelli determinó que fueran cuadrados con ochenta pies de lado y cuarenta de altura y que cada uno tendría cinco cañones a una altura de veinte pies y otros seis en la cubierta. Les construyó escaleras fijas separadas de las torres, unidas a ellas por puentes levadizos. Construyó aljibes, almacenes y barracas para alojar hasta cincuenta hombres.
Por Real Cédula del 17 de septiembre de 1647 el Rey se da por enterado de la terminación de la Chorrera y de la pronta terminación del de Cojímar, que se terminó el 15 de julio de 1649. Ambos fuertes costaron 20 mil ducados cada uno, costeados por los vecinos.
El fuerte de la Chorrera pudo probar su construcción en la toma de La Habana por los ingleses en 1762, cuando la dotación al mando del cubano, ascendido a coronel de milicias, Don Luis Aguiar, sostuvo el asedio de dos navíos ingleses hasta que se le agotaron las municiones, habiéndosele dado la orden de retirarse con el fuerte casi destruido.
Más tarde fue reconstruido en forma de rectángulo fortificado, con dos pisos. En una de sus esquinas posee una garita, que junto a las acertadas proporciones de la instalación y al peculiar diseño de su escalera, hacen de esta obra una hermosa composición.
Está declarado como Monumento Nacional y actualmente funciona como Mesón. Se encuentra ubicado en las calles Malecón entre 18 y 20, en el Vedado.