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Gibara, sede del Festival de Cine Pobre y la maldad de un huracán

La pequeña ciudad, famosa por sus museos y edificaciones históricas, sede del Festival Internacional de Cine Pobre fue golpeada duramente en el año 2008 por dos huracanes. 


Este artículo es de hace 14 años
El patrimonio cultural de Gibara, una pequeña ciudad costera situada al norte de la provincia de Holguín, fue muy dañada por dos ciclones que azotaron la isla en menos de diez días. Grandes esfuerzos se realizan para rescatar más de dos siglos de edificaciones históricas tras el azote del huracán Ike al Oriente de Cuba.

Gibara está ubicada al noriente de Cuba, a más de 800 kilómetros al este de la capital y al norte de la provincia de Holguín En los últimos años ha cobrado popularidad con la celebración de Festival Internacional de Cine Pobre. Sin embargo, su aparición más reciente en las noticias está conectada con los graves daños que sufrió tras el paso del huracán Ike. Una gran pesadilla que superó la ficción cinematográfica.

Declarada Monumento Nacional en el 2004 Gibara ostenta una inconfundible imagen urbanística marcada por una cuadrícula definida por tres plazas, enlazadas por un eje principal. La encantadora pequeñez de la ciudad circunscribe en un espacio reducido inmuebles majestuosos de gran valor arquitectónico, que además cumplen funciones sociales significativas. Sus calles muy rectas y simétricas exhiben la riqueza material acumulada principalmente durante el siglo XIX.

La ciudad disfrutó años de prosperidad económica a partir del siglo XVIII debido a la actividad del puerto más importante del oriente de la Isla, principal acceso por mar a toda esa región del país.

Los fuertes vientos y el mar derrumbaron miles de viviendas como las del céntrico barrio El Güirito, destrozaron los cultivos y diversas instalaciones económicas y de servicios. El malecón se rompió ante el empuje de las olas y varios inmuebles culturales sufrieron afectaciones de gran envergadura.

Ahora el reto de los habitantes y de las autoridades de la Villa Blanca, como también suele denominarse, es reparar uno de los más significativos conjuntos arquitectónicos coloniales de la provicia y salvaguardar el patrimonio cultural atesorado por más de dos siglos.

Entre sus edificaciones más notables, ejemplos del estilo neoclásico en Cuba están la Iglesia Parroquial, la Sede del Gobierno, la Vieja Sede del Casino Español y el Teatro Colonial.

Dos interesantes museos se ubican en el centro urbano: el de Ambiente Colonial, instalado en una gran casa neoclásica edificada en 1872 y el de Historia Natural, cuyas colecciones sobrepasan las dos mil piezas y algunas se remontan a la cultura aborigen del lugar.

Considera la segunda ciudad amurallada en Cuba, aún exhibe algunas de las partes del muro, los Fortines y las ruinas del Cuartelón, exponentes del sistema defensivo colonial. Por su parte la Batería de Fernando VII continúa lustrando sus piedras con el salitre del mar. Una fortificación de inicios del siglo XIX que tenía como objetivo proteger la exportación de azúcar y controlar el comercio de contrabando.

Muy próximo a la bahía, río arriba, se encuentra parte del patrimonio arqueológico de la localidad: el sitio “El Catuco”, asentamiento de una comunidad aborigen agro-alfarera estudiado por más de una generación de arqueólogos. Lugar donde apareció en la década del 50, el ídolo de coral, la mayor escultura ritual de ese material encontrada en Cuba.

Las gestiones para la recuperación comenzaron desde el momento en que se marchó el huracán y no han cesado. Para devolverle la belleza a la antigua villa y contribuir a la restauración de los centros culturales se hizo un llamado a una subasta de obras de arte donadas por artistas plásticos. Convocada por el actor y pintor Jorge Perrugorria y la Unión Nacional de Ecritores y Artistas de Cuba (UNEAC) las piezas se pueden apreciar en la galería digital www.arteporcuba.com.

En el 2009 cuando la campana de la antigua Iglesia parroquial marque la hora de la inauguración de la cita internacional del Cine Pobre, los repiques metálicos también terminarán de exorcizar la estela maligna dejada por Ike. El festival se realiza no obstante la desaparición de su inspirador y fundador, el cineasta Humberto Solás.

La llamada Silla de Gibara, emblema natural de la región, bautizada así por el propio Almirante Cristóbal Colón, debido a la semejanza de la elevación con una silla de cabalgar, junto a los inmuebles culturales y las edificaciones restauradas, continuarán destacando el rico acerbo monumental de la región, perennes motivos de atracción y experiencia estética de visitantes y pobladores.

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