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Ser mujer en Cuba

Desde pequeños los cubanos escuchamos que la mujer cubana es bella, que tiene un encanto y una sensualidad innata que hacen que más de uno voltee la vista al verlas. Sin embargo, solo cuando uno crece, cuando es consciente de los roles que desempeña y las batallas que a diario libra, se adquiere real dimensión de toda su valía.

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Mujer cubana en el malecón habanero Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 8 años

Desde pequeños los cubanos escuchamos que la mujer cubana es bella, que tiene un encanto y una sensualidad innata que hacen que más de uno voltee la vista al verlas. Sin embargo, solo cuando uno crece, cuando es consciente de los roles que desempeña y las batallas que a diario libra, se adquiere real dimensión de toda su valía.

La belleza femenina es algo sublimado en las sociedades, adquiere casi más importancia que otras cualidades más o menos perceptibles de las féminas, se convierte en centro de campañas, criterio de éxito, obsesión de algunos o centro de debates para otros. Quizás nadie tenga una lista tan prolija de 'deber ser' como las mujeres pero en Cuba, ser mujer y estar a la altura de lo que se espera de ella, supone más que en otros sitios.

Esta nota pretende ser, además de una descripción de algunas de las realidades de la mujer cubana, un homenaje a esas bellas heroínas del día a día de la Isla porque:

- A la mujer cubana no le es fácil ser bella. La mujer cubana no solo vive bajo unas condiciones climáticas muchas veces extrema -altas temperaturas y humedad- sino que lo hace en condiciones que no reducen su impacto: su piel está expuesta a las radiaciones UVA buena parte del día y no se tienen el hábito ni los recursos para protegerla. El resultado no solo es patente en problemas de salud de la piel -extensibles a toda la población- sino en un envejecimiento prematuro de la misma. Los productos de belleza y cosmética, por su parte, no solo no suelen tener toda la calidad requerida sino que muchas veces son prohibitivos. Ante la disyuntiva de comprar algo para un hijo o comprarse algo de maquillaje la elección parece ser bastante clara.

- A la mujer cubana no le es fácil ser ama de casa. Cuba es una sociedad machista -en realidad tanto como tantas otras-, ello hace que la mujer suela tener sobre sí el peso de la atención del hogar y todos sus integrantes: la limpieza del hogar, la compra de los productos y alimentos necesarios y el diario esfuerzo para que todo esté en orden y perfecto. Si al peso de tener que ocuparse casi de todo se suma lo difícil que resulta el más pequeño de los trámites, no es demasiado extremo pensar que además del trabajo real que tiene que desempeñar lo hace con una buena dosis de angustia, estrés e incertidumbres.

- A la mujer cubana no le es fácil ser trabajadora. En primer lugar, porque al desenvolverse en una sociedad machista, aunque desde el gobierno se hagan intentos por cambiarlo y mitigarlo, tiene que competir con los prejuicios laborales sobre su buen hacer y, en segundo, porque sufre en ocasiones del sexismo que permea buena parte de las relaciones laborales: tiene que soportar piropos cuando quisiera refutarlos, tiene que lidiar con bastante frecuencia con las miradas lascivas y comentarios fuera de tono y tiene que pagar un precio más alto en su propio desarrollo profesional pues la conciliación con sus labores hogareñas le dificultan crecer en la esfera profesional.

- A la mujer cubana no le es fácil ser madre. Salvo raras y desviadas excepciones, todas las madres son buenas, todas buscan dar a sus hijos lo mejor que pueden y todas hacen de su crianza y guía casi el centro de sus vidas, todas sufren de sus enfermedades, sus fracasos y sus carencias. Ser madre en Cuba supone un dolor añadido pues muchas veces, aun teníéndose la voluntad, la fuerza y las intenciones no se le puede proporcionar a los hijos lo que de justicia merecerían y lo que toda madre quiere dar. Si las desigualdades e injusticias duelen, duelen mucho más cuando es un hijo el que está en la posición de desventaja. A la mujer cubana no le es sencillo su desempeño de rol como madre pero lo hace y lo hace bien.

No asumamos, sin embargo, un tono paternalista ni lastimero con respecto a las mujeres cubanas pues si bien es cierto que sufren, tienen muchas carencias, padecen injusticias, desigualdades y escollos, no son víctimas. Son precisamente por todo ello verdaderas heroínas, protagonistas que no cacarean sus victorias, auténticos pilares de las casas y la sociedad, guías y ejemplos y por ello, genuina e indiscutiblemente bellas.

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