Los cubiches somos un pueblo marinero. Somos criaturas acuosas y maleables que deambulamos a merced del libre flujo de las corrientes marinas, muy en particular la del Golfo de México, tan próximo a nosotros. Esta cualidad de disolvente universal nos permite hibridizarnos con el enviroment y la sociedad donde quiera que vayamos a parar, pero sin llegar a perder nunca nuestras esencias. Al fin y al cabo no somos más que agua. O sea, somos imprescindibles, teniendo en cuenta que el agua es el origen de la vida y que por lo mismo sin ella es imposible vivir en la tierra.
En otras palabras: resulta inimaginable un mundo sin cubiches.
En Cuba, casi siempre hay cerca de 100% de humedad relativa, el régimen de lluvias es tremebundo y, cuando cae, lo hace con muchas ganas. Nos pasamos la vida entera sudando, tomando agua o líquidos para combatir el calor, o si no metío's en la playa para quitarnos el agobio del sol bravo; estamos rodeados de agua for everywhere, o sea, ahí está la clave de bóveda de la genuina cubanidad.
¿Qué somos, pues, después de todo? Pues solo y fundamentalmente agua. Nothing else! Este tuvo que ser el origen más primigenio y remoto de la isla, quizás antiguo vestigio de la Atlántida. Por esa poderosa razón es que adoptamos disimiles formas, gracias a esa acuosidad de nuestra naturaleza podemos fluir de mil maneras y de forma intermitente, facultad intrínsecamente ligada a la libertad: salvo el viento, no existe otro elemento primario de tanta intensidad y de movimiento tan perpetuo como el agua… ¿y a qué mayor fuerza natural y por tanto libertaria puede aludirse?
Sin embargo, junto con esa cubanidad acuosa, renovadora como el agua de un río, como el mar mismo, existe otra cubanidad negativa, la cual es estática, intransigente, adusta, con vocación endogámica en vez de abierta y universal. Y esa es la que daña profunda y prolongadamente nuestra existencia, porque es oscurantista y se mueve en las tinieblas; es perversa y rígida, intolerante y dogmática, porque no proviene de las propias corrientes marinas y humedales de Cuba, sino que fue importada e impostada, pero echó raíces (como no iba a echarlas en un suelo tan húmedo) y hasta hoy no hemos sido capaces de extirparla y prevalecer sobre ella.
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