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Crítica cubana rebate La ciudad, de Tomás Piard

El más reciente largometraje cubano se titula La ciudad y está dirigido por Tomás Piard. A lo largo de tres semanas ha sido fustigado por varios medios de prensa, oficiales y extraoficiales.

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Este artículo es de hace 8 años

El más reciente largometraje cubano se titula La ciudad. Está dirigido por Tomás Piard y estructurado en torno a tres historias, llamadas simplemente Uno, Dos y Tres. Los tres relatos tienen que ver con el peso específico del pasado, las desilusiones, el perdón y la frustración, así como el modo de hacer borrón y cuenta nueva, y seguir adelante.

El filme ha sido fustigado por varios medios de prensa, oficiales y extraoficiales. Azucena Plasencia escribió en el Diario de Cuba que “Piard sigue siendo el mismo, con sus velos, su refinamiento artístico en decorados y detalles. Es notable la ausencia de humor en sus filmes, ese humor que hace dudar de convicciones y revitaliza. Sus serios personajes no han tenido la dicha y el derecho de vivir en paz. Mientras, la ciudad nos sueña. En sus diferentes rincones se odia y se ama. Toda ciudad, dijo alguien, en principio es una utopía”.

Un tanto más directo es Joel del Río en la revista Vistar: “Piard ha renunciado parcialmente a sus pertinaces referentes dentro de cierto tipo de cine europeo, parsimonioso y de marcada vocación artística, para concentrarse en los misterios de la narración y el suspenso. Siendo, como es, una película cuya dramaturgia comienza y termina tres veces, la eficacia de los tres relatos descansa entonces en el poder informativo e intrigante de los diálogos (a veces ampulosos, afectados, demasiado literarios como para parecer expresión intimista y coloquial de tales personajes) y en el poder de los actores para interiorizarlos y decirlos con propiedad”.

“Ante La ciudad —concluye Del Río— uno vacila entre agradecer la voluntad del cineasta por prestar delicada atención a los ruidos de la contemporaneidad habanera, a la belleza arquitectónica lesionada por el tiempo, al paisaje existencial (incluida una historia de amor/desamor con emigración por medio), o lamentar la torpe progresión dramática, la escasa credibilidad de ciertas actitudes y poses, la sobresaturación de teclados en superfluos crescendos, o la menguada entidad y coherencia del tercer cuento”.

El diario Granma, a través de su crítico oficial Rolando Pérez Betancourt, escribió que “la filmografía del cineasta ha estado marcada por búsquedas estéticas renuentes a las humoradas y las plasmaciones fáciles, y el loable propósito de resultar artísticamente diferente le ha traído algunos hallazgos y no pocos resbalones. La emigración, los años transcurridos y el reencuentro casual de viejos amigos en calles habaneras marcan las dos primeras historias de este tríptico. La tercera es un romance fortuito, de esos que descalabran corazones en un solo día, aunque los elementos con que se arma el relato, el lugar común traspuesto en velos de intelectualidad y el tono recitativo de la bella actriz protagónica, poco aportan a la imprescindible función de resultar creíble”.

Pérez Betancourt asegura que estas historias pudieron parecer interesantes en su función de rastrear las complejidades humanas, pero “convertidas en guion, actuaciones en general obligadas a recitar diálogos bastante literarios y, principalmente el tono narrativo vacilante en casi todo el metraje, quedaron lejos de redondear un clima concluyente. De ahí que el piano y la bella música del filme se hagan sentir en demasía operística, tratando de acentuar emociones cinematográficamente verdaderas que, lamentablemente, faltan”.

Finalmente, en el sitio web La Jiribilla, Antonio Enrique González sentencia que “fallan en La ciudad los dos factores primordiales para llevar a buen puerto una cinta como esta: guion y dirección de actores. Las emociones no trasuntan la más superficial epidermis facial. No pregnan —siquiera rozan— en los estratos psíquicos más profundos de los actores. En estas lides, todo debe emanar del interior, hasta manifestarse, ya expansivamente, ya de manera comedida, en los rostros. Estoy hablando de los principios más básicos de la actuación... En un intento desesperado por apegarse a las concepciones de Stanislavsky, el director no consigue en los histriones más que un incómodo distanciamiento —vale aclarar que nada brechtiano”.

Para rematar, el crítico escribe que “los «reencontrados» de Piard se limitan a desplegar un repertorio de mohines, lagrimeos, tics, rictus y ahogos, cuando deberían exhalar el dolor de penurias atávicas, tan reprimidas que cuando se ofrece la oportunidad de ventilarlas, se atragantan en el alma y apenas rasguñan la superficie de los rostros y las palabras. Los parlamentos son descriptivos, explicativos, más concebidos desde propósitos extradiegéticos que como códigos encriptados por la intimidad de los personajes. No faltan los bocadillos manieristamente pseudopoéticos, en última instancia, demasiado “literarios” y ampulosos para sonar convincentemente orgánicos”.

Ficha técnica

Título: La ciudad

Año: 2015. Duración: 65’

Director y guionista: Tomás Piard

Producción: Ernesto García. RTV Comercial y Cubavisión con la colaboración del ICAIC

Fotografía: Raúl Rodríguez

Dirección de arte: Nelson García

Edición: Daniel Diez Jr

Música original: Francisco Amaro

Intérpretes: Luisa María Jiménez, Dania Splinter, Herminia Sánchez, Patricio Wood, Omar Alí, Héctor Echemendia, Carlos Solar, Martha Salema y Aidana Febles.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.