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¿Es necesario el carnet de identidad para usar la wifi en Cuba?

No lo entiendo, decía en voz alta, para qué ustedes quieren poner mis datos ahí, van a vigilar a qué sitio entro o dejo de entrar. La oficinista no sabía argumentar una oración coherente.

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Este artículo es de hace 8 años

"Oigan se acabaron las tarjetas de Internet", gritó el primero de la cola, "la dependienta dice que sólo quedan 15 así que cuéntense ahí entre ustedes". El hombre, que pasó de ser cliente a portavoz improvisado del telepunto de ETECSA, siguió su camino dejando atrás un caos casi caricaturesco.

Eran las cuatro de la tarde cuando me percaté de que el teléfono de mi casa no tenía tono, como no encontré el recibo del último pago asumí que lo habían cortado por retraso o deuda. Rápidamente salí a la oficina de telecomunicaciones que me resultaba más cercana, justo frente a la heladería Coppelia.

Desde la misma esquina me golpeó el pronóstico de lo que sería el resto de mi tarde: una cola de 20 o más personas bajo el sol castigador de agosto. Por la naturaleza despótica de los funcionarios de ETECSA, de la cual casi todo cubano ha sido víctima, me resigné a dejar morir una hora de mi tiempo.

Como era de esperarse, la dependienta del telepunto tardaba entre 5 y 10 minutos por cliente. Con el tiempo que tenía de sobra para el escrutinio y entablar una conversación con un completo extraño –así somos los cubanos-, no demoré en percatarme de que era la única persona que acudía a la oficina para tramitar el pago de telefonía fija.

El resto de los condenados a la cola (que parecía infinita) buscaban hacerse de las nuevas tarjetas para conectarse a Internet desde dispositivos móviles. Ese impulso los mantenía optimistas con respecto al intenso calor, la aglomeración y la demora desmedida e injustificable del telepunto.

Comprada la tarjeta (2.00 cuc la hora de navegación) uno sólo debe caminar unos pocos metros y ya se encuentra dentro de la zona wifi, que comienza en el cine Yara y se extiende hasta el Malecón.

Finalmente, me veo casi al inicio de la cola y siento que he perdido no horas, sino años de mi vida. Cuando me dispongo a sacar el monedero, el señor que va delante de mí pregunta a qué se debe la exigencia de entregar el carnet de identidad para comprar una tarjeta de Internet.

"No lo entiendo", decía en voz alta, "para qué ustedes quieren poner mis datos ahí, van a vigilar a qué sitio entro o dejo de entrar". La oficinista no sabía argumentar una oración coherente.

Una señora de la cola mira a otra y le dice que el hombre tiene razón pero que ella, en lo particular, por nada del mundo deja de escribirse y conversar con su hijo que está en México desde hace unos años. No tengo otra forma de hacerlo, así que “tengo que morir con la tarjeta”, explicó resignada.

Unos amigos cibernéticos me explicaron (después de narrarles la historia) que cabría la posibilidad de que ETECSA, empresa estatal y único monopolio de las telecomunicaciones en Cuba, pudiera acceder a la información y registros de navegación de cada internauta. Simplemente, me dijeron, no existe necesidad alguna de exigir el carnet de identidad del cliente.

Recordé entonces algunos titulares del noticiero nacional, no tan recientes, que acusaban al gobierno de Estados Unidos de escándalos de espionaje y violación de la privacidad.

Comencé a divagar para mis adentros ¿la llegada de la modernidad tecnológica a nuestro país también acarreará nuevos recelos y nuevas formas de control por parte del estado cubano, o esta es tan sólo una estrategia para mantener a raya a los revendedores?

El muchacho que está detrás de mí me toca por el hombro, me doy cuenta que ya es mi turno. La dependienta esbozando una sonrisa de malicia, me repite que ya se acabaron las tarjetas y yo le explico que lo que necesito es pagar la línea fija de la casa que está cortada por atraso del pago. La mujer teclea en su computadora, hace una llamada y se dirige hacia mí “disculpe, cometimos un error en la sucursal, ya usted pagó su teléfono el mes pasado”

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