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El costo de la vida en Cuba en imágenes

Desde hace un tiempo muchas tiendas en divisas o lugares que antes indicaban sus precios solo en CUC ahora 'gentilmente' ofrecen la conversión para que los consumidores no tengan que esforzarse en saber a cuánto de sus salarios en moneda nacional -CUP- equivale el importe en CUC.

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Este artículo es de hace 8 años

Los cubanos tienen fama de creativos, porque constantemente generan soluciones para alargar la vida útil de los aparatos, porque reciclan y reutilizan. Sin embargo, nada da mejor fe de la magia de que son capaces los cubanos que los malabares que día tras día deben hacer para sacarle el máximo partido a sus salarios y las cábalas que deben llevar a cabo para ir priorizando gastos y compras.

Los bajos salarios y la dualidad monetaria generan una situación tal en la isla que divide a la sociedad en aquellos que viven fundamentalmente con moneda débil (MN-CUP) (en la que se paga la mayor parte de los salarios de la mayor parte de los empleados) y aquellos que tienen acceso a la moneda fuerte (el CUC, de circulación exclusivamente interna y que suele equivaler a un dólar o a 25 MN).

Muchos cubanos, en consecuencia, han desarrollado la habilidad de realizar todo el tiempo cálculos mentales y equivalencias entre las dos monedas circulante, que les permiten calibrar cuánto representan sus salarios, cuán resentidas se sentirán sus economías frente a determinados desembolsos y cuán caro o ajustado es el precio del producto adquirido o el servicio pagado.

Desde hace un tiempo, sin embargo, muchas tiendas en divisas o lugares que antes indicaban sus precios solo en CUC ahora 'gentilmente' ofrecen la conversión para que los consumidores no tengan que esforzarse en saber a cuánto de sus salarios en moneda nacional -CUP- equivale el importe en CUC.

La medida, promovida por alguien muy ingenuo, muy ignorante o muy mal intencionado, constituye en la actualidad el mejor y más claro indicio de los demenciales y abusivos precios que tienen las cosas en Cuba y lo poco que se respeta a la figura del cliente, pues la equivalencia más que una ayuda parece una burla al ciudadano medio, un irrespeto a sus delicadas economías y a sus deseos o necesidades de adquirir determinadas cosas.

Cuesta ver una imagen como la siguiente y mantener la calma y la compostura:

¿Cuántos meses, años tiene que trabajar un cubano en la Isla para poder adquirir uno de estos aparatos? Tomando el dato -algo generoso- de los 471 pesos de salario medio en la Isla en 2013, último publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas, un cubano con un salario semejante al medio debería reunir el importe íntegro de 52 meses trabajados para poder pagarse un aparato como ese. Durante ese período no podrá calzarse, alimentarse, ni afrontar ningún otro gasto.

Las autoridades dirían que este no es un producto de primera necesidad, porque aliviar el calor en un país con temperaturas medias por encima de los 25ºC y altos valores de humedad relativa no se considera un problema lo suficientemente importante, y porque la búsqueda del confort se asocia con actitudes alejadas del hombre nuevo que nada pide y nada desea, pero ¿qué puede esgrimirse si se habla de que para comprar un litro de leche no basta con lo ingresado por un día de trabajo y en muchas ocasiones, ni cuatro?

¿qué hacer si se rompe una llave del agua en la casa y se le quiere sustituir por otra que puede costar tres meses de salario?

Y por si estas imágenes no fueran lo suficientemente elocuentes del altísimo costo de la vida en Cuba, del estado de los servicios y el mal trato a los clientes, las siguientes muestran los problemas de abastecimiento y regularidad en los suministros.

Basta pasearse por los estantes de las tiendas y ver que pueden exhibir su ausencia de productos sin vergüenza ni pudor

o que terminan siendo casi más almacenes donde se agolpa el mismo producto repetido para disminuir el impacto visual de la escasez y la poca variedad.

Una imagen vale más que mil palabras y estas son clara evidencia de lo muy inflados que están los precios en Cuba, del altísimo costo de la vida y de los serios, antiguos, casi endémicos, problemas de abastecimiento que padecen los establecimientos cubanos.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.


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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.