APP GRATIS

Cuba pega un frenazo ante el coronavirus y la casta verde oliva asume el mando único

El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, asume el mando de la crisis.

Primer Ministro de Cuba, al centro, en la Mesa Redonda © Cubadebate
Primer Ministro de Cuba, al centro, en la Mesa Redonda Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 4 años

El gobierno llegó a la Mesa Redonda de este lunes chillando gomas y escenificó la segunda y más contundente rectificación en su gestión de la crisis del coronavirus, donde hay tres elementos importantes en el escenario tardocastrista: la movilización popular influye en las decisiones oficiales, la suspensión de clase y el anuncio del Primer Ministro de que recursos destinados al turismo serán usados para abastecer a los empobrecidos cubanos.

Como el turismo está afectado, vamos a trasladar recursos a la población, soltó Manuel Marrero Cruz, que no especificó en cual de las tres monedas vigentes iban a jugar ese dominó ni la política de precios que aplicarán.

Si algunas dudas quedaron de la improvisada operación del viernes 20, el Primer Ministro se encargó de despejarlas, este lunes, dejando claro quiénes tienen el poder real en Cuba, apelando a la unidad por encima de diferencias políticas y religiosas, y transmitiendo la orden de Raúl Castro Ruz de activar el sistema de defensa nacional, una herramienta supraestatal con mando único.

Un grupo de cubanos llevaba más de un mes pidiendo el cierre de las escuelas, de fronteras y la adopción de medidas eficaces para sentirse protegidos, pero el gobierno insistía en que nada pasaba y que donde mejor estaban los fiñes era en las escuelas... hasta este lunes.

El gobierno no tuvo más remedio que asumir la agenda popular, y no solo cierra escuelas y fronteras, sino que deja la asistencia de los niños a los círculos infantiles en manos de sus padres, y hasta modifica sus horarios para evitar la frialdad de las mañanas, según avisó la ministra de Educación, Ena Velázquez Cobiella, una burócrata gélida.

El triunfo del realismo ciudadano sobre el empecinamiento de los gobernantes ha estado antecedido por otras acciones similares, como la exigencia de liberación del artista Luis Manuel Otero Alcántara, y confirma la debilidad del tardocastrismo por su escasa legitimidad, la crisis económica provocada por su esquema de dependencia de Venezuela y las sanciones de Donald Trump, y las señales de ONU y Europa de que empieza a hartarse de la dictadura más antigua de América Latina.

Raúl Castro Ruz sabe que los norteamericanos no van a provocar un colapso en Cuba, menos ahora que el coronavirus está rediseñando la economía y geopolítica mundiales, pero teme a una Primavera Árabe que lo desaloje de su dacha de Mayarí y ha ordenado multiplicar los panes, la carne de puerco y la televisión, mientras escampa.

Su miedo, lógico a sus casi 89 años y a poco más de uno de su anunciada jubilación, ha hecho que ordene a GAESA surtir tiendas con golosinas área dólar hasta que duren las reservas del complejo militar-empresarial, suspender todos los viajes por carretera y administrar los apagones diurnos, para no tener que estar pendientes de los buquetanques fantasmas de Nicolás Maduro.

El coronavirus ralentizará la apuesta de los tecnócratas verde oliva para, mediante reformas, desplazar a los burócratas comunistas que -como Machado Ventura- deambulan por Ceiba Mocha alentando el crecimiento de la nada; pero la crisis es de tal intensidad que puede llevarse por delante a unos y a otros.

Una indeseada expansión del COVID-19 en Cuba se llevaría por delante el tardocastrismo porque la pobreza es crónica, provoca exilio -ayer mismo salieron muchos cubanos hacia el mundo- y ahora mismo hay medio millón fuera, casi todos por asuntos personales, contó Marrero, que pareció compungido por esos "compatriotas que se arriesgan, cuando tenemos que cuidarnos". Revolucionaria ternura.

El propio manejo emocional y errático de la crisis del coronavirus, hasta el viernes 20, mostró las carencias de un gobierno que parecía emular al capitán del Titanic cuando desoyó los avisos de icebergs en la ruta, simulando que la pandemia mundial era cosa ajena y la gran oportunidad de hacer caja con el turismo de salud, camuflado con solidaridad.

"El coronavirus ya está aquí", afirmó Marrero Cruz, moviendo la cabeza y acercando el mentón al pecho cubierto por una guayabera azul oscuro, como alivio de luto. Y luego se lanzó a intentar conmover a los atemorizados televidentes con un estilo que mezcló la picardía del gallero de Birán con la energía de Eduardo Chibás pero, al estar sentado por exigencias del guión, se quedó a medio camino entre Yusuam Palacios y Max Lesnik.

"Vamos a reformar la política de comunicación", dijo el premier, y el compañero Randy Alonso miró -instintivamente- por encima de sus espejuelos porque un traslado a la Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias (ECOTRA) en la actual coyuntura, equivale a protagonizar el remake criollo de "Fue leal para enemigos y para amigos traidor", aquella película soviética que empezaba en la calle L y acababa en 23.

El esfuerzo de comunicar será bienvenido porque los partes diarios del coronavirus llevan 24 horas de retraso y al ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, se le ha extraviado un chino entre Mariel y Quiebra Hacha, aunque ya lo están cuidando en el IPK con el Interferón Alfa 2B y oraciones a San Fan Kong, siguiendo la tradición Siboney de mezclar elixir de Romerillo con cascarilla del Combinado Avícola Nacional (CAN).

La Mesa Redonda evitó resaltar que Díaz-Canel brillaba por su ausencia y rescató los pasajes más chovinistas en su defensivo discurso del viernes, cuando recomendó contención en besos y abrazos hasta que ¿ganemos? esta batalla y salgamos a abrazarnos y besarnos como solo sabemos los cubanos...

Raúl Castro debió sobresaltarse con tantas caricias postergadas, descolgó el teléfono y ordenó al CEO Luis Alberto Rodríguez López-Calleja: ¡So, caballo, sooooo; tienta paso, que viene precipicio!

Y Gallito ronco mandó al compañero Manuel Marrero Cruz a la televisión para que dejara claro que la carne de res fue más fuerte que nuestro credo y que las escuelas las vamos a cerrar porque revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado, menos al uno y al dos.

¿Qué opinas?

COMENTAR

Archivado en:

Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada