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Tal vez proveniente de tradiciones seculares de origen africano, forma parte del suvenir imprescindible cuando alguien visita Baracoa. Se rallan los cocos secos bien finos y se le deja la cáscara fina y oscura. Esas virutas se pone a hervir en agua, canela en rama y azúcar durante dos horas a fuego suave, revolviendo constantemente con una paleta de madera hasta que se disuelva parte del azúcar y el coco pierda su humedad. Se deja cocinar hasta que tome una consistencia pastosa. En Cuba también se sirve con almíbar o acaramelado.