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Quince grandes momentos de amor y erotismo en la obra martiana

A pesar de que fueron escritas en el siglo XIX, todavía conservan vigencia y frescura algunas consideraciones martianas sobre el amor, la sensualidad y el erotismo.


Este artículo es de hace 8 años

En cuanto algún lector trata de comprender al José Martí hombre, el amador infinito, se aparta necesariamente de todo hálito santificador. La vasta lucidez de su prosa y de su poesía vibra de manera particular cuando describe la amorosa entrega de la pareja, y la distingue de apasionamientos frívolos o contactos físicos ocasionales.

El lector que mencionamos antes puede descubrir entonces a un hombre que confesó haber amado desde la más humana carnalidad, y que supo expresar lo que significan instinto y sensualidad expresados en sus más altas acepciones. He aquí diez fragmentos de la poesía de amor, y por tanto erótica, entre las muchas que escribió el más grande creador de todos los cubanos.

1. Que viví sin amor, fuera mentira: / Todo espíritu vive enamorado: / El alama joven nuevo amor suspira: / Aman los viejos por haber amado.

2. Mucho, señora, daría/ Por tender sobre tu espalda/ Tu cabellera bravía / Tu cabellera de gualda: / Despacio la tendería, / Callado la besaría. (…) Mucho, señora, te diera/ Por desenredar el nudo/ De tu roja cabellera/ Sobre tu cuello desnudo/ Muy despacio la esparciera/ Hilo por Hilo la abriera.

3. Y besabas tú bien: Yo hago memoria / De aquel beso apretado de aquel día: / Fue largo; Nos dormimos! / Y cuando en nos volvimos/ Duraba todavía.

4. ¡Amor es que dos espíritus se conozcan, se acaricien, se confundan, se ayuden a levantarse de la tierra, se eleven de ella en un solo y único ser.

5. Se va por la tierra andando como extraño y como loco, buscando seno donde reclinar la cabeza, labios donde poner los labios, hogar en que dar calor al corazón. Y se halla, y todo es bello de repente: abandónase el espíritu a los placeres de la confianza: germen caliente reanima el perezoso jugo de las venas.

6. El cuerpo me sacude y enamora / Y pálida de amor el alma llevo; / Yo quiero, —¡oh, fin de males!— / Con labios nunca iguales / Un beso siempre nuevo.

7. El deseo se sube al cerebro como el vino. Ciega y afiera. Se ha de desconfiar de los primeros impulsos del amor, generados casi siempre, aunque purificados muchas veces, por una impresión física.

8. El infeliz que la manera ignore/ De alzarse bien y caminar con brío / de una virgen celeste se enamore / Y arda en su pecho el esplendor del mío.

9. ¿Quieres mi niña? ¿Me amas? Es muy bueno/ acoger al rendido caminante/ Y besarle, y amarlo, y en el seno/Abrigar su cabeza palpitante. (…) Soñé: ¿Tú lo soñaste? Tus cabellos/ rodaban desatados por tu espalda,/ y orgullosos el amor cubrió con ellos/ mi cabeza dormida entre tu falda.

10. Yo iría sí, —yo iría! A ese cuerpo gentil, pero ¿quién sabe/ si he de encontrar en él un alma fría?/ ¡Que ese fácil amor otro se lleve!/ Amar a un cuerpo es sepultarse en nieve.

11. Un ramo haré magnífico de estrellas: / ¡No temblará de asir la luz mi mano! / Y buscaré, donde las nubes duerman, / Amada, y en su seno la más viva / Le prenderé, y esparciré las otras / por su áurea y vaporosa cabellera.

12. Hay una palabra que da idea de toda la táctica del amor: rocío-goteo. —Que haya siempre una perla en la hoja verde: —Una palabra en el oído, una mirada meciente en nuestro ojos; —en nuestra frente un beso húmedo. —El que así no ame, no será jamás amado.

13. El amor es superior a la amistad en que crea hijos. La amistad es superior al amor en que no crea deseos, ni fatiga de haberlos satisfecho, ni el dolor de abandonar el templo de los deseos saciados por el de los deseos nuevos.

14. ¡Otra vez el convite enamorado / De un seno de mujer, nido de perlas, / Bajo blonda sutil aprisionado / Que las enseña más con recogerlas! / ¡De nuevo el pecho que el pecho que el amor levanta / De suave afán y de promesas lleno, / De nuevo resbalando en la garganta / Ondas de nácar sobre el níveo seno!

15. Y se acerca lo humano a lo divino / Con semejanza tal cuando me besa, / Que en brazos de un espacio me reclino / Que en los confines de otro mundo cesa. / Tiene este amor las lánguidas blancuras / De un lirio de San Juan, y una insensata / Potencia de creación, que en las alturas / Mi fuerza mide y mi poder dilata.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.