RÍO DE JANEIRO.— Como en el Mundial del 94 y en uno de los partidos más espectaculares que recuerde la historia del voleibol de la isla, Cuba estropeó la fiesta brasilera organizada en el Maracanazinho¼ e hizo la suya al ganar 3-2 (25-27, 25-22, 22-25, 34-32, 17-15).Porque sus mujeres tenían como argumento para festejar, la recuperación del título continental, perdido en 1999 frente a las propias "canarinhas", y en el 2003 con las dominicanas, nada menos que en casa de uno de los mejores equipos del mundo alentado por más de 8 000 aficionados en pleno paroxismo durante las más de dos horas de juego y antes. Cuando Daimí Ramírez disparó su misil cruzado, y la escena de momento pareció congelarse ante la súbita y apretada jugada, de pronto todos enmudecieron o casi todos: las cubanas comenzaron a saltar y a reír, y sus rivales, desplomadas, a llorar y llorar, mientras los gritos, cánticos, las olas, los banderazos, la música, la samba en las gradas, se esfumaron. Nadie creía lo que estaba viendo. Fue el último tanto de un partido a cinco sets, que se prolongó a muerte súbita; un jolgorio que los brasileños celebraban con anticipación a sabiendas de que era muy difícil perder con una ventaja de dos puntos en esta situación extrema del último periodo que todo vale, y menos con estas jugadoras, varias en la liga italiana, y con esta multitud que silbaba atronadoramente cada vez que las cubanas tenían el saque, y que no hizo justicia ni en la ceremonia de premiación.Pero es su manera de vivir el voli y de sufrirlo. En la rueda de prensa, su técnico José Roberto Guimaraes, sorprendió cuando después de felicitar al equipo cubano se quejó de que "esa última bola fue por fuera", algo que no tuvieron en cuenta los reporteros locales y lo acribillaron con críticas hasta que el propio entrenador cubano, Antonio Perdomo, solicitó la palabra: "este fue un juego que pudo haber sido ganado por cualquiera de los dos, por lo que pido un aplauso para Brasil y sus jugadoras."El adiestrador cubano, que cuenta con ocho medallas de oro y una plata en Juegos Panamericanos, comentó: "Sabíamos que Brasil era favorito, lo que nos obligaba a tener mucho coraje", y precisó que la clave resultó, además, "defendernos en el momento en que fue necesario". Perdomo fue realista en medio del entusiasmo cuando se le preguntó si lo sucedido hace pensar en una medalla olímpica: "el equipo ha subido, pero todavía tenemos muchos errores que resolver. Seguiremos trabajando para mejorar, pero no garantizamos en este momento una presea en Beijing".Eugenio George volvió a estar en un escenario memorable y elogió las perspectivas que muestra la nueva generación, como Ramírez, Santos, Calderón, aunque reconoció que "falta mucho en la preparación táctica", pero "fue un triunfo hermoso" y confía en que esta selección siga los pasos de las de Mireya Luis y Regla Torres, quien, como prometió, estaba allí junto al pequeño grupo de la delegación cubana que empujaba lo suyo.Rosir Calderón anotó 22 puntos y la capitana Yumilka Ruiz hizo 20, mientras por Brasil, Sheilla Castro, 25, y Paula Pequeño, 21, como las más destacadas con la pistola, después de que EE.UU. se quedara con el bronce al vencer a Perú, 3-0.Cuba sacó a jugar a Ruiz, Yanelys Santos (13), Nancy Carrillo (12), Daimí Ramírez (14), Rosir Calderón y Zoila Barros (13). La capitana Helia Souza, con la voz rajada, dijo a los reporteros, "me siento muy abatida¼ yo quería mucho esta victoria". No dijo más. Y hundió la cabeza. Al otro lado de la mesa Yumilka, con su camiseta, parecía dar brillo a su medalla. "Me faltaba este título". Fuente: Granma
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