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Obtiene campesino cubano electricidad con aparato artesanal

En un año de funcionamiento cada aerogenerador criollo puede economizar 1 800 Kw/h al Sistema Electroenergético Nacional y se dejarían de emitir al medio ambiente más de una tonelada de gases contaminantes

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Este artículo es de hace 15 años

«Viejo, despierta. ¡Me dio, me dio¡»; vociferaba el campesino espirituano Félix Rodríguez Hernández, Felito, cuando funcionó su invento. Eran las dos de la mañana. Despertó al lomerío. Su padre, al tirarse de la cama en medio de tanta algarabía, agarró la escopeta de cartuchos y salió a su encuentro: «¡Dime quién te dio, para matarlo!». Felito, poseído por el éxito, soltó una carcajada: ¡El Chirimbolo me dio un corrientazo, el corrientazo más sabroso de mi vida! Era la primera vez que obtenía electricidad a partir de la fuerza del viento con un aparato artesanal que lo mantuvo ocupado durante más de cinco años, desde finales de la década de los 80. «La necesidad es la madre de la creación». La casa de este jatiboniquense, se encontraba en zona no electrificada. Nunca había leído sobre energía eólica, ni siquiera contaba con conocimientos abundantes en electrónica. «Algunos pensaban que estaba loco. Antes de obtener los primeros resultados, muchas veces me sorprendió la madrugada en el tarequeo». Sin embargo, seguía probando y aprendiendo de los errores. Un experimento inicial con el dinamo de la bicicleta y un aspa sobre una caña de bambú, lo motivó a trabajar hasta obtener un equipo perfeccionado, capaz de suministrar corriente para cuatro viviendas. Hoy el diseño se ha generalizado hasta siete provincias más Isla de la Juventud, gracias a su rentabilidad. Ingeniosidad criolla «Al principio, para evitar los comentarios sobre mi salud mental, no me atrevía a decir que quería construir un equipo para producir electricidad», recuerda Felito. Por eso cuando le preguntaban lo que hacía, respondía de forma intrigante: «Un chirimbolo». El impacto del viento hace girar el aspa sobre un eje, que a la vez provoca un campo magnético, el que induce la corriente eléctrica, la cual se concentra en un banco de baterías. Durante los últimos años en el mundo ha cobrado auge, por los beneficios al medio ambiente, la producción de energía eléctrica a partir del viento, conocida como energía eólica. No obstante sus costos en el mercado mundial son todavía más altos que la energía obtenida a partir de combustibles fósiles. Sin embargo, el chirimbolo se muestra como alternativa viable, si tomamos en cuenta que puede instrumentarse con el empleo de piezas recuperadas. El aparato de Felito, en su diseño actual, necesita un dinamo de cuatro campos, desechados de motores para la combustión interna en tanques de guerra, perforadoras de petróleo, locomotoras, guaguas y camiones. Estos dinamos se enrollan manualmente con un alambre calibre 18 para variar el diseño de enrollado en la bobina. El procedimiento permite reducir el número de revoluciones por minutos entre 70 y 80, con el fin de alcanzar un amperaje de 100 unidades. Cuenta además con un aspa de tres metros hecha de madera, instalada a un sistema de orientación que le permite posicionarse en correspondencia con la dirección del viento. Este sistema utiliza una veleta vertical como los molinos tradicionales. El aspa con el dispositivo de orientación se encuentra sobre un mástil cuya altura debe oscilar entre los 9 y 12 metros, en dependencia de la ubicación geográfica. Para la rotación se aprovecha el sistema de la rueda delantera de tractores, fuera de uso, lo que le permite al chirimbolo giros de hasta 360 grados. Resulta necesario también un banco de baterías de más de 100 amperes, para concentrar la energía obtenida con el aerogenerador. Estas pueden ser recuperadas de camiones o del sistema telefónico. Con estos implementos, ante la falta de viento, la vivienda tiene garantizada la electricidad por una semana aproximadamente. Además se emplea un convertidor de 12 a 110 volt construido con el dispositivo que trajeron las lavadoras rusas o el transformador de fuerza de televisores Krim-218. Y se hizo la luz La vivienda del campesino no es la única «adornada» con la torre de un chirimbolo, cuyo uso ya se ha extendido a otras provincias La vivienda del campesino no es la única «adornada» con la torre de un chirimbolo, cuyo uso ya se ha extendido a otras provincias. Cuenta Felito que después del triunfo con su invento los vecinos de Pozo Blanco, comunidad donde residía, desconectaron el escepticismo, para clamar también los beneficios del chirimbolo. «Hacían listas y colas, todos querían un aparato». De acuerdo con estimados de Felito, durante un año de funcionamiento cada aerogenerador criollo puede economizar 1 800 Kw/h al Sistema Electroenergético Nacional y se dejarían de emitir al medio ambiente más de una tonelada de gases contaminantes por concepto de producción de electricidad. Felito, como en los primeros días de experimentación, crece frente a incrédulos. «Tal vez peque de ambicioso, pero no se le ha prestado la atención debida a este invento». Con el fin de demostrar su viabilidad continúa instalando chirimbolos de forma gratuita dondequiera que se le llame. Sueña con la fabricación del equipo a escala industrial. Para entonces su imagen se consolidará como la de un Quijote de la racionalidad. Fuente: Juventud Rebelde

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