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Visita vicepresidente cubano Esteban Lazo cuna del Generalísimo Máximo Gómez

Esteban Lazo  y quienes lo acompañan, han llegado con las emociones de un encuentro en Baní, la cuna del Generalísimo Máximo Gómez. La delegación cubana asistió a la Juramentación Presidencial de Leonel Fernández Reyna F

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Este artículo es de hace 15 años

Fue sido una buena jornada la del sábado para la delegación cubana que asistió a la Juramentación Presidencial de Leonel Fernández Reyna. El vicepresidente cubano Esteban Lazo Hernández sostiene un intenso y fructífero intercambio con un numerosísimo grupo de representantes de las organizaciones dominicanas de solidaridad con Cuba, amigos de la Mayor de las Antillas que proceden de todos los sectores sociales y también políticos, entre los que se encuentran destacados intelectuales y artistas. Se enriquecen los vínculos estrechos, de profunda raíz histórica; se actualiza el conocimiento mutuo y la amistad; crece la solidaridad entre dos pueblos unidos por un mismo anhelo de una vida mejor para la región y el mundo. El viento ha soplado fuerte y la lluvia, si no cae cerrada, amenaza constantemente, pero desde horas tempranas de la tarde ya estaban en la espera de esta cita en la sede diplomática cubana. Lazo, y quienes lo acompañan, han llegado con las emociones de un encuentro en Baní, la cuna del Generalísimo Máximo Gómez, donde se abrió el corazón de los hombres, mujeres, jóvenes y niños de este terruño que es entrañable también para cada cubano. Así lo dejó plasmado en el breve escrito que recoge el homenaje de quienes pasan por allí: «Es un privilegio haber estado presente en este histórico y simbólico lugar en que nació el Generalísimo Máximo Gómez Báez. Todo el pueblo de Cuba quisiera venir aquí, a rendirle homenaje». El acto en el parquecito que tiene como centro preferencial el monumento al jefe militar de las guerras independentistas cubanas; el horcón de madera único, sencillo, y firme de lo que fue modestísima morada de la familia Gómez Báez; y la tarja que conmemora la visita que hiciera hace casi diez años el Comandante en Jefe Fidel (23 de agosto de 1998) se hizo cálido por el cariño de los presentes y refrescante por la lluvia que acompañaba. Desde las palabras del síndico (alcalde) del municipio de Baní, Nelson Camilo Landestoy, pasando por las de Luis Manuel Peguero, del Comité de Amigos de Cuba en esta querida ciudad, hasta las de Iván Peña, en nombre de la gobernatura de la provincia de Peravía —que alguien dijo que «un día será provincia Máximo Gómez»—, estuvo presente la solidaridad con el pueblo cubano, con sus luchas contra el bloqueo y por el regreso de los Cinco hermanos encarcelados en Estados Unidos. Con especial orgullo agradecían que la visita coincidiera con un día glorioso para su historia, el 145 aniversario de la Restauración, el grito de Capotillo, que dieron Luperón y otros patriotas; también hacían patente la generosidad y la humildad del pueblo cubano, dando por igual médicos y maestros a quienes se lo soliciten. Esta fue una constante que tuvo su expresión mayor en la visita posterior que se efectuó al Politécnico Máximo Gómez, una promesa de inmediato cumplimiento que hiciera Fidel en su visita y que se convirtió en realidad apenas unos meses después. Desde entonces, centenares de muchachos y muchachas de Baní y sus alrededores, incluso de otras provincias, han cursado estudios en un centro que es reconocido en el sistema de enseñanza tecnológica dominicana y que, fundamentalmente, prepara personal para la industria alimentaria (procesamiento de frutas, hortalizas, cárnicos y lácteos), aunque también en el sector de servicios, como finanzas, mercadeo, contabilidad, gestión administrativa e informática. Sobresale el cuidado con que se mantienen sus áreas de estudio, laboratorios, centros de producción y demás locaciones que están a punto de cumplir una década. A pesar de ser sábado y etapa vacacional, una veintena de alumnos, entre los que predominan las jovencitas —que constituyen más del 68 por ciento de quienes ya se han graduado o cursan actualmente estudios—, y un nutrido grupo de profesores y profesoras han estado en el acto de homenaje a Máximo Gómez y en la visita a la escuela. En el diálogo que se establece a la entrada del centro predomina la historia, pero sobre todo se habla de las virtudes que deben tener hombres y mujeres, esas que nos han aportado un hombre que es denominador común de cubanos y banilejos. Con la pregunta de una alumna llegó la presencia del Che... Amor por todo lo que se hace y hacia la humanidad, honestidad, laboriosidad, responsabilidad, disciplina y solidaridad salían a relucir en esta tierra que Gómez describió como «de hombres honrados y de mujeres bonitas y juiciosas». Así me parecieron esos muchachos sonrientes, sabedores de que en el estudio, la lucha, el sacrificio, la valentía y la perseverancia están sembrando su futuro. Y si alguien pensara que hemos estado en presencia de actos formales, nada más lejos de la realidad. No fueron discursos los pronunciados: era conversación, diálogo fluido, acompañado de la espontaneidad mayor. Una pequeñita interrumpió el paso del hombre alto y corpulento llegado desde Cuba y con la lluvia, para recitar ante los cubanos emocionados «Dos goticas de agua... », y allí estaba el Che. Y no conforme con esa cariñosa demostración de su sabiduría infantil, cultivó una rosa blanca para traer también a quien le propuso a Gómez una tarea de sacrificio y de probable ingratitud de los hombres. Martí no podía faltar en Baní. Como tampoco el reconocimiento de una madre, Virtudes González, en palabras de amor y gratitud porque su hija Tania se graduó de la ELAM en el primer grupo y hace la especialidad como cardióloga en un hospital habanero. La lluvia amenaza nuevamente, pero con la perseverancia y la insistencia de quienes sienten la necesidad de decir cuánto quieren a Cuba y cuánto agradecen que los cubanos brindemos no lo que nos sobra, sino que compartamos aquello que tenemos, otras madres esperan conversar con los periodistas que hemos tenido el privilegio de vivir este día en la tierra de Hatuey, de Gómez, del abuelo de Mella. Y no hace falta escuchar sus palabras: el agradecimiento es mutuo. Fuente: Juventud Rebelde

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