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Silvio sobre cubierta

Sin nostalgias ni resentimientos por las incomprensiones, Silvio Rodríguez nos ofrece en el documental todo un fresco de los años difíciles en que le tocó inaugurar un nuevo modo de asumir la creación musical y literaria sobre las bases de un compromiso que era tanto consigo mismo como con la Revolución de la que siempre se sintió parte.

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Este artículo es de hace 15 años

Hay que agradecer a la Mesa Redonda la divulgación masiva del documental Hombres sobre cubierta, de los jóvenes realizadores Alejandro Ramírez Anderson y Ernesto Pérez Zambrano, que devela uno de los momentos más importantes de la trayectoria artística y humana de Silvio Rodríguez: los cuatro meses que pasó a bordo del desaparecido barco de la Flota Cubana de Pesca Playa Girón. Sin alardes formales ni rebuscamientos innecesarios, el filme ofrece el protagonismo absoluto a un Silvio espontáneo, maduro y antidogmático en cuyo reencuentro con algunos de los hombres que lo acompañaron en aquella travesía el espectador encuentra los referentes fundamentales de las composiciones de aquellos años cargados, para el músico y muchos de nosotros, de irreverentes reafirmaciones, en ocasiones malinterpretadas. Sin nostalgias ni resentimientos por las incomprensiones, Silvio Rodríguez nos ofrece en el documental todo un fresco de los años difíciles en que le tocó inaugurar un nuevo modo de asumir la creación musical y literaria sobre las bases de un compromiso que era tanto consigo mismo como con la Revolución de la que siempre se sintió parte. Mitos sobre las razones de su incorporación a las labores pesqueras y fábulas tejidas por quienes no conocen a profundidad la sólida eticidad de un trovador ya reconocido a escala universal, se desploman en este material donde se tocan aspectos muy poco conocidos de la carrera de un poeta y un músico que labró sin concesiones ese espacio mayúsculo que lo coloca en diversos panteones de la iconografía contemporánea sin tocar las esencias que le otorgan su crónica autenticidad. Los discretos testimonios de los integrantes de la tripulación completan la imagen inefable de ese hombre bromista, solidario e inclaudicable que fue el joven Silvio, mientras el contrapunto con sus propias declaraciones nos lo devuelve intacto como el pequeño tatuaje grabado en su mano derecha y que siempre supo que nunca iba a poder borrar. Lo que sorprende en el autor de Ojalá es su capacidad para estar siempre acorde con los tiempos que vive y caminar junto a los más jóvenes con su pensamiento y con sus actos sin perder nunca esa sana inconformidad contra los prejuicios y arquetipos que pretenden coartar la individualidad en aras de una falsa conciencia colectiva que nos aleja de la sociedad que soñamos. Confieso que me sentí emocionada ante este documento que no apela a ningún recurso melodramático ni a ninguna artimaña para conseguir el objetivo que se trazó. Silvio y sus compañeros de travesía son reflejados en el documental sin retoques ni censuras empobrecedoras. Son los que robaron comida y después ejercieron el papel de héroes. Los hombres con virtudes y defectos que hacen historia desde la difícil posición de la cotidianidad. Hombres sobre cubierta es más que un homenaje una lección de ética, un documental que no permite escudarse en la nostalgia de unos años que, lo mismo que los que estamos viviendo, son, como diría el trovador, el pasado del cielo. Estoy segura de que llegó directo al alma de los más jóvenes de los que, siendo todavía adolescentes, descubrimos a un Silvio Rodríguez a quien vimos tal y como lo idealizamos en esta pieza fílmica destinada a convertirse en memoria viva. Gracias entonces, otras vez, a la Mesa Redonda, a los jóvenes realizadores Alejandro Ramírez y Jorge Pérez Zambrano, a Silvio Rodríguez y a los hombres negros, azules y rojos del Playa Girón. Fuente: Por Marilyn Bobes, Granma

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