No hablar puede ser una manera de ejercer la violencia dentro de la
familia y en Cuba ocurre, sobre todo, contra las personas mayores,
indican especialistas.
Teresa Orosa Fraiz, máster en Gerontología y jefa
de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, asegura
que las principales manifestaciones de violencia contra ancianas y
ancianos en la isla "son de carácter relacional, lo que le llaman
maltrato psicológico".
"Nuestra
cultura no se caracteriza por maltratar físicamente a las adultas y
adultos mayores, en sentido general. Más bien se produce maltrato
emocional, verbal. Se le responde de forma inadecuada a la persona
mayor o, simplemente, no se le dice nada, no le tienen en cuenta",
detalló Orosa a SEMlac.
A
pesar de que no existen prácticamente datos estadísticos sobre la
ocurrencia de cualquier forma de violencia intrafamiliar en Cuba,
diversas historias familiares confirman el criterio de esta experta.
"En
los últimos tres años mi familia ha permutado la casa donde vivimos en
dos ocasiones y nunca me pidieron opinión", explicó a SEMlac Amalia
Ramos, de 74 años.
Tras
los cambios de vivienda, e incluso de municipio, Ramos perdió amistades
y hasta la práctica sistemática de ejercicios físicos, pues donde
reside actualmente no existe ningún espacio que ofrezca esta opción a
las personas mayores.
Para
Antonio Pardo, un mecánico jubilado de 82 años, la situación es más
tensa: "Mi hijo decidió venir desde Las Tunas a trabajar a La Habana y
me trajo con él. No pude negarme porque no tengo más familia, pero
ahora vivo en un cuarto piso, no puedo bajar las escaleras sin ayuda y
me paso el día solo", contó.
En
la dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de
la Ciudad de La Habana, la especialista en investigación social Gladys
Martínez Noa y Elaín Calañas Puerta, han sido testigos de historias
similares.
"En
nuestro trabajo cotidiano con personas mayores hemos observado muchos
tipos de violencia, sobre todo de violencia por omisión", precisó
Calañas, quien se desempeña como jefe del Servicio de Rehabilitación y
Fisioterapia de esa institución.
"Hay
casos en los que la familia no los toma en cuenta a la hora de asumir
decisiones concretas, por ejemplo, cuando van a mudarse, y una persona
mayor fuera de su medio se pierde, entra en crisis", explicó
Una
investigación del Grupo de Estudios sobre Familia, del Centro de
Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), del Ministerio de
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), definió en 2006 la
violencia intrafamiliar.
Para
los autores de Violencia intrafamiliar en Cuba. Aproximaciones a su
caracterización y recomendaciones a la política social es "todo acto u
omisión intencional, que tiene lugar en el ámbito de las relaciones
interpersonales en la familia y es capaz de producir un daño físico,
psicológico o patrimonial (...), causando irrespeto a los derechos
individuales".
El
maltrato a las personas mayores se describió por primera vez en 1975,
en revistas científicas británicas, empleando una expresión que podría
traducirse como "abuelita golpeada".
Desde
entonces, la preocupación por el tema ha aumentado, en línea directa
con el incremento de los niveles de envejecimiento poblacional.
Según datos de Naciones Unidas, en 2025 la población mundial de 60 o más años llegará a ser de unos 1.200 millones de personas.
"Las
personas de edad deberán poder vivir con dignidad y seguridad y verse
libres de explotaciones y de malos tratos físicos o mentales", reza uno
de los Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de
edad, aprobados en su resolución 46/91, del 16 de diciembre de 1991.
"La
violencia contra las personas mayores es hoy una prioridad de la
Organización Mundial de la Salud", confirmó a SEMlac el doctor Enrique
Vega, asesor regional en Envejecimiento y Salud, de la Organización
Panamericana de la Salud.
"Abuso,
maltrato y sobre todo abandono, incluso en las instituciones de
cuidados a largo plazo, son temas que estamos siguiendo. El maltrato
mental, verbal, es mucho más importante que el maltrato físico, aunque
no hay estadísticas. Este es un fenómeno totalmente sub reportado, sub
investigado", precisó Vega.
Resultados
combinados de cinco encuestas, realizadas en la última década en países
desarrollados, han permitido apenas estimar una tasa de maltrato de
entre 4 y 6 por ciento en la población adulta mayor, si se incluyen el
físico, el psíquico, el económico y el descuido, reveló el estudio del
CIPS, que también alerta sobre la ausencia de estudios profundos y
detallados.
En
Cuba, esta violencia también se manifiesta privando a ancianas y
ancianos de sus espacios propios: casa, habitaciones; o no reconociendo
sus derechos dentro del hogar e, incluso, con el empleo inconsulto de
sus ingresos por parte de sus descendientes.
También
ocurre que "la familia se acomoda a que el anciano cumpla con el rol de
buscar el pan, el periódico, y cuando tienden a salirse de ese rol, a
cambiar de actividad, de rutina, pues los agreden", agregó Calañas.
Especialistas
entrevistados de manera anónima para la investigación del CIPS
coinciden en considerar a los ancianos y ancianas uno de los grupos más
vulnerables frente a la violencia doméstica.
"La
posición que pueden adquirir en la familia debido a su desventaja
económica, es un factor susceptible de contribuir a ser receptor de
múltiples agresiones", además de que muchas veces "no poseen
protagonismo familiar desde el que ostentar poder. A esto se le añaden
las desventajas físicas y psicológicas probables", cita el texto.
Estos
expertos también opinaron que el maltrato contra los mayores puede ser
una forma reactiva de responder a la violencia que ellos mismos
ejercieron sobre sus familiares en edades menores.
Según el estudio del CIPS, para ancianas y ancianos "las consecuencias del maltrato pueden ser especialmente graves".
Cuba, que será en 2050 uno de los dos países más envejecidos de la región, precisa atender de manera urgente esas situaciones.
Según
fuentes consultadas por el CIPS, en 2004 el Programa Nacional de
Atención Comunitaria al adulto mayor brindaba servicios de alimentación
a más de 42.000 personas mayores, de las cuales, a 70 por ciento se le
subsidiaba su costo.
Igualmente,
alrededor de 6.000 personas recibían "servicios de limpieza en el
hogar, lavado de ropa y servicios de cuidados en su domicilio, a través
de una auxiliar geriátrica".
A
través de la Asistencia Social se brindan, además, de forma
diferenciada, prestaciones en especie o monetarias de acuerdo a la
situación socioeconómica en específico.
Pero
la mayoría de los especialistas en el tema coinciden en que hace falta
prepararse para el envejecimiento desde una cultura más inclusiva,
integradora.
"Hay que aprender a envejecer y también
hay que aprender a ser adulto mayor de esta época", opina la máster en
gerontología Teresa Orosa.
La
dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de La
Habana ha generado programas socioculturales donde enseñan a las
personas mayores a combatir estas situaciones, a romper esquemas y
valerse por sí mismos cuando es posible.
"Se
les da un abanico de soluciones, de salidas y, además, se les incorpora
a actividades donde pueden participar y aportar determinada utilidad.
Se les enseña a actuar, a intercambiar, a buscar soluciones de vida.
Ellos aprenden y así van cambiando", explicó Calañas.
Para
la asesora del director de esta oficina, Gladys Martínez Noa, algo "muy
importante es que nosotros tratamos al anciano con dignidad. Se les
enseña a valerse y esas actitudes los estimulan a incorporarse a
nuestros grupos".
Fuente: Rotativo de Querétaro