Al contrabajista Israel Cachao López --padre del mambo y de las jam
sessions con ritmo cubano, bautizadas como descargas--- y al actor Andy
García --El padrino 3, Ocean's eleven-- les unían muchísimas
cosas, tal y como retrata el documental Cachao: uno más que hoy se
estrena (a nivel europeo) en el Festival In-Edit (Club Coliseum, 22.15 horas).
García, también cubano exiliado, llegó a formar parte de su orquesta --sí, sí,
toca los bongos y el becerro-- y le produjo cuatro discos, que se tradujeron en
tres Grammy, así como el filme Cachao... como su ritmo no hay dos, que
propició una merecida resurrección del músico en el ocaso de su
carrera.
l actor no dudó en comprometerse también como productor de esta
cinta surgida del DOC Film Institut de San Francisco. "Es la primera vez que
filmamos a un músico", explicó ayer el director del centro, Steve Ujlaki. La
tarea recayó en el realizador Dirayl Rimmasch (Oregón, 1969), quien aseguró que
le fue imposible "separar al Cachao músico del hombre; tocaba el contrabajo tal
cual se comportaba, dirigiendo, dominando y juntando a todos, pero de forma
discreta y humilde, sin buscar protagonismo".
De hecho, casi la voz cantante
de la filmación la toma Andy García. Se les ve compartiendo escenario en el
Bimbo's 365 Club en San Francisco, un memorable recital que se entremezcla con
entrevistas a su hija, su mánager, su chófer y el dueño de la tienda DoReMi de
Miami donde 25 años atrás García compró un disco que le marcaría de por vida:
Cachao y sus descargas. "Cachao empezó a significar para él la Cuba
perdida --relató ayer Rimmasch--, y se convirtió en su mayor fan".
Andy
García estaba rodando El padrino 3 cuando se atrevió a saludarle después
de que acabara su concierto. Ahí empezó una relación de gran y prolífica amistad
que duró 18 años. Cachao falleció el pasado 22 de marzo en Miami, a los 89 años,
de una enfermedad renal.
CARTA DE AMOR
Estaban todavía filmando este
documental cuando murió. "Solo mencionamos su fallecimiento en los créditos
finales; decidimos que queríamos hacer un homenaje a su vida, sin centrarnos en
su muerte", aclaró el director. En el filme, el autor de Danzón mambo
recuerda sus comienzos en la música siendo un niño --componía desde los 8 años y
a los 12 debutó con la Filarmónica de La Habana, subido a un cajón de madera--,
y las muchas veces que tocó gratis. El documental acaba siendo una apasionada
carta de amor a este artista innovador.
Fuente: El Periódico.com
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