Se escapó de la concentración de Cuba la víspera del partido contra
Estados Unidos de clasificación para el Mundial. ¿Fue algo improvisado?
Era algo que tenía en la cabeza desde hacía tiempo. Lo pensé en
2007, cuando visitamos Nueva Jersey. Pero no pude. Esta vez fue
distinto. Fui a Washington con el firme propósito de escapar de Cuba.
¿Cómo surgió la fuga?
No fue fácil. Al llegar a Estados Unidos el jefe de la delegación
cubana retuvo los pasaportes. También nos quitaron los teléfonos
de la habitación del hotel. Estábamos vigilados y teníamos que pedir permiso para salir
de la habitación del hotel. Eran las siete y media de la tarde y me
dieron permiso para ir a la recepción. Observé que los vigilantes y el
cuerpo técnico bajaron la guardia al entrar en una tienda, vi una
puerta de servicio con empleados entrando y saliendo, caminé hacía ella
y eché a correr siete u ocho cuadras...
¿Y luego, que tenía ropa, comida, dinero...?
Nada. Iba con lo puesto. Paré un taxi y le dije que me llevara
lejos. Estuve media hora en el coche hasta que vi un McDonald's. Le
dije al conductor que parara y medio en inglés le pedí que me dejara su
móvil. Llamé a un amigo, Tom, que vive aquí y vino a buscarme. Me
invitó a una hamburguesa. Estaba riquísima.
Después nos fuimos en coche hasta Atlanta, en Georgia.
Dejaba atrás cinco años con la selección de Cuba, en la que a sus 26 años era uno de los veteranos. ¿Tiene familia en su país?
Mis padres, que viven en Pinar del Río. Allí la situación es muy
mala. Los últimos ciclones casi se llevaron el techo de nuestra casa.
La pena que tengo es que no les pude avisar de que me iba a quedar,
pero estoy seguro de que lo entienden. Ahora quiero encontrar un equipo
en el que jugar al fútbol para ganarme la vida. En Cuba lo daba todo
por nada y ahora espero poder vivir del fútbol y ayudar a mis padres.
Les mando un beso.
¿En qué equipo jugaba en Cuba? ¿Cuánto ganaba?
Jugaba en el equipo de mi comarca, en Pinar del Río. Allí jugamos
miércoles y sábados. Vamos de un sitio a otro en bus, por caminos y
carreteras. A veces nos cansamos más en la guagua que en los partidos.
Y todo por ocho o diez dólares al mes. Por eso me marché de Cuba,
porque la situación es muy difícil. Allí se malvive. Casi no puedes
vivir de tu trabajo.
Pero usted es un internacional, ¿no le servía de nada?
De nada. Todo es propiedad del Estado. Los trajes, las camisetas y
hasta las botas. Nos daban un par de botas cada seis u ocho meses. Aquí
ya me han dado tres pares. En Cuba el régimen construye y destruye al
jugador a su capricho
¿Tenían algún contacto con el fútbol extranjero?
Tampoco. Allí no se ven los canales extranjeros. Sólo veíamos fútbol
internacional cuando salíamos del país con la selección. Recuerdo que
me impresionó España en la Eurocopa. Coincidió con un partido en
Barbados y por eso les vi. Me enamoré de su fútbol y quería que ganara
la Eurocopa. Iba con España a muerte.
Usted que es delantero, ¿admira a Villa y a Torres?
Son dos fenómenos. Si algún día voy a España me gustaría poder conocerlos.
¿Qué otros jugadores le gustan de la Liga española?
Messi y Agüero. Los equipos míticos son el Madrid y el Barcelona, pero también me gustan el Sevilla y el Valencia.
¿Por qué no prueba a fichar por un equipo español?
Hombre, ojalá. De momento tengo una invitación para entrenarme con Kansas City.
Tras su fuga, EE UU le ganó a Cuba. ¿Le duele?
Lo siento, sí. Los jugadores cubanos tienen nivel. Entrenamos duro y nos sacrificamos. Merecemos mucho respeto.
¿Qué hizo usted el día del partido?
Estuve con mi amigo Tom en un supermercado. Cuando entré allí y vi
toda la comida que había se me saltaron las lágrimas. Me acordé de mis
padres y de las necesidades que se pasan en Cuba. Fue un día triste por
todo. ¡Si mi madre pudiera ver algún día todas las cosas que había en
las estanterías de ese supermercado!
¿No teme que su familia pague su fuga de Cuba?
No. Yo no soy un traidor. Un traidor es el que vende secretos y yo sólo quiero ser libre.
Dice usted que Cuba es como una cárcel, critica la situación de la
isla, pero las estadísticas de los organismos internacionales no hablan
de una situación extrema.
Hay salud para todo el mundo y la gente no se muere de hambre, pero
faltan medicinas y también hay dificultades para alimentarse. Nada es
fácil allí.
¿Cuando viajaba al extranjero aprovechaba para hacerse con artículos que en Cuba no estaban a su alcance?
Compraba ropa y algún pequeño electrodoméstico, pero después tenía que revenderlos porque en casa nos hacía
falta ese dinero para vivir.
Es difícil creer que un deportista de élite, un futbolista profesional esté así.
Pues es lo que hay. Allí es igual ser profesional. No hay fichas, ni agentes ni traspasos. No hay futuro. No hay nada.
Fidel Castro dijo que los deportistas que huyen de Cuba no tienen derecho a volver...
Tampoco tengo pensado hacerlo, al menos hasta que cambie la
situación. Ya estoy contento con que no me pillaran cuando escapé. Pasé
mucho miedo esa noche.
Antes que usted hubo otros que también huyeron. Doce deportistas en
los últimos ocho años. ¿Alguno se ha puesto ya en contacto con usted?
Sí. Me ha hecho mucha ilusión la llamada de mi amigo y vecino
Osvaldo Alonso, que también es de Pinar del Río. Se fugó el año pasado
en la Copa de Oro, en Nueva Jersey, y ahora juega en el Charleson, de
la USL. Me ha dicho que fuera de Cuba los sueños se cumplen. Que será
duro, pero que conseguiré triunfar como jugador y que podré ganarme la
vida con el fútbol, que es mi ilusión.
¿Cuál es su objetivo inmediato?.
Ya he pedido asilo político en Estados Unidos y el primer objetivo
es conseguir los papeles. Cuando los tenga podré decir que he marcado
el gol más importante de mi vida.
Fuente: As.com
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