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23/11/2008 - 1:37pm (GMT-4)
"Señor Arco Iris, vamos a pintar, los lindos colores de la felicidad" porque una vez más, Liuba
se acercó a los niños para cantarles con su voz suave y melodiosa. En
esta ocasión no lo hizo ante un gran auditorio. Bastó con un local
repleto de pequeños, madres, médicos, enfermeras y el personal que cupo
en el teatro del Hospital Infantil William Soler.
Estela fue el granito de canela que entró en cada uno de los corazones
allí reunidos para alegrar la tarde de esos infantes que permanecen
extensas temporadas internados para sanar de sus padecimientos.
A Lo feo Liuba le puso todo su amor porque «estar cerca de los niños es
el tesoro más grande que puedo tener en mi vida. Me siento honrada de
poder trabajar con ellos; vengo a los hospitales porque los pequeños se
lo merecen y me hace feliz mantener el contacto».
Así fue como la tristeza cambió su color y Ana, la campana, tocó la
sensibilidad de las madres de estos pequeñines que se encuentran
ingresados. A más de una se le escapó alguna lágrima cuando su niño
olvidó los dolores y aplaudió a la par de los coros.
El grillo Crín estuvo más que saltarín porque la alegría se desbordó
por los rincones; solo anhela que aumente el número de quienes, como
Liuba, pasan con sus obras, al menos una vez al mes, por estos lugares
en donde se encuentran niños que necesitan de La vacuna de vida que
brindan las artes.
Allí, en la línea de azúcar por donde pasa El trencito Pipipipí,
estuvieron también los muchachos de La Colmenita para, junto a
representantes de la Organización de Pioneros José Martí, y como
homenaje al Día Internacional de los Derechos de los Niños y las Niñas,
celebrado este 20 de noviembre, entregarle a Liuba María Hevia el
premio Los zapaticos de rosa, máximo reconocimiento que otorga la
organización.
El cangrejo Alejo, La marcha de las letras, El despertar y otros temas conformaron el repertorio que Liuba ofreció.
Fuente: Cubarte