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Con un homenaje al Che concluirá el XXVII Festival Internacional de Coros

Participarán agrupaciones corales santiagueras y la Orquesta Sinfónica de Oriente

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Este artículo es de hace 16 años

«Esta es la ciudad de los coros, y lo digo con todo el respeto que merece la tradición cubana», dijo el mexicano Salvador Cortes. Para el también director de este tipo de agrupaciones en Tijuana, la experiencia de la Isla en la manifestación, y en particular la santiaguera, denotan un alto nivel en las interpretaciones, lo cual es reconocido en el mundo. Por eso vino a la XXVII edición del Festival Internacional de Coros, según manifestó en conferencia de prensa: Para buscar formas de hacer, nutrirse de nuevos conocimientos, y encontrar al maestro Electo Silva, autor de Iniciación al canto coral, un importante libro para los que incursionan en el género. Pero no es el mexicano el único en elogiar el certamen santiaguero. Digna Guerra, directora de los coros Nacional y Entrevoces, lo aprecia como un movimiento convertido en hecho popular y artístico. «Es increíble el gusto por esta música palpado aquí. Lo que pasa encima del escenario es entendido perfectamente desde los asientos. Y no es un hecho aislado, pues el público está educado para comprender lo que se sueña y se canta», afirma. De ahí que Leydis Torres Romero, directora del Centro Provincial de la Música Miguel Matamoros, y presidenta ejecutiva del Festival, sostenga que es la propia idiosincrasia del santiaguero la que confirma un especial interés por el canto. «No por gusto se nos llama la ciudad coral de Cuba, porque la tradición nos viene de antaño», señala. Esteban Salas, un referente El Festival de Coros de Santiago de Cuba nació en 1961, y desde 1992 tiene un carácter internacional. El evento constituye la expresión de una tradición existente en el territorio. Esta data desde mucho antes de la asunción de Esteban Salas como director de la Cátedra de Música de la Catedral de esta ciudad, en el siglo XVIII. «El clásico de la música cubana» —calificativo dado a Salas por Alejo Carpentier en el texto La música en Cuba—, fue el principal promotor de la música coral santiaguera con la creación de villancicos y motetes, obras de las que se nutren los coros actuales. «Una influencia que ha permitido que se enriquezca ese estilo, juntamente con la de los catalanes aplatanados aquí en el siglo XX,», subraya Nerys Montoya Ochoa, quien realizó un estudio histórico del evento. La especialista del Centro Provincial de la Música refiere que un antecedente directo de las agrupaciones corales lo constituye el Orfeón Cuba, uno de los primeros coros santiagueros netamente populares. En este también confluían importantes autores cubanos de aquella época, amén de tener el predominio de compositores catalanes. «Con la creación de la Coral Universitaria, el Orfeón Santiago y el Coro Madrigalista, la ciudad tomó un aire de mayor notoriedad», precisó Nerys. Llegó un momento en que estos coros actuaban en las actividades de la ciudad, confirmando el interés popular por integrarlos. El triunfo de la Revolución propició el progreso y amplió el número de estos grupos en el territorio. «Esa fue la época donde fundé el Orfeón Santiago, cuyos miembros fueron alumnos del Conservatorio Esteban Salas, trabajadores de tiendas de ropas y de otros centros laborales», expresa el reconocido maestro Electo Silva, quien asegura que Santiago de Cuba ha tenido muy buenos coros desde principios de la pasada centuria». La ciudad de los coros Actualmente 92 cantores integran el Orfeón Santiago, y los coros Madrigalista y Música Áurea, las agrupaciones de mayor prestigio en la ciudad. Varios estudiantes del Conservatorio Esteban Salas forman parte del Sirena. Para Leydis Torres Romero es indiscutible que la calidad de estas instituciones culturales distingue el movimiento coral local y los convierte en una de las plazas más importantes de la manifestación en el país. «Desde las canteras en formación también se busca perpetuar la tradición, y las cantorías son una muestra de ello. En esos grupos están inmersos alrededor de 1 000 niños y jóvenes de todos los municipios, a los que podemos ver actuar en las acostumbradas fiestas del 2 de enero, así como en las plazas y parques», indica Leydis. Desde los propios coros insignias también se incentiva el amor por el canto y se forma el relevo. Magalis Sánchez, directora del Coro Madrigalista, el más antiguo de la ciudad, expresa que esa esencia debe primar como garante del futuro de estos grupos. De ahí que destaque el trabajo de los lunes y viernes en la tarde con su agrupación infantil, integrada por pequeños de varias escuelas primarias, y donde los alumnos reciben clases de música e interpretación. Otro punto importante para Magalis es que se observa en los grupos santiagueros la presencia de jóvenes cantantes: «Ellos le imprimen un toque novedoso y demuestran que la música va evolucionando. Mi escuela han sido los 11 años junto al maestro Electo Silva. «Ese tiempo me ha servido para hacer música como quiero. A ello le sumo que me gusta experimentar con otras vivencias que he visto o estudiado, las cuales aplico en los cuatro años que llevo al frente del Madrigalista». Una máxima de Electo Silva signa el Festival Internacional de Coros: «La vida es cantar». Y los santiagueros y quienes los visitan la asumen con placer.Fuente: Juventud Rebelde 

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