Sucedió en el Parque Zoológico Nacional, en Washington D.C., una niña corre de un extremo a otro como forma de juego e interacción con un lobo marino que ve a través de un cristal.
De repente, en una de sus carreras, la pequeña cae, y el lobo marino, reacciona, para de nadar: y se queda como observando (¿preocupado?) qué le ha sucedido a la pequeña.
Una escena tierna, sin duda alguna.
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