En una diminuta habitación, aledaña a unas escaleras que dan acceso a una vivienda, se refugian los sueños de progreso de un joven barbero de Cuba.
Su objetivo, tras estar ocho años ejerciendo el oficio, pasa por una camino de sobras conocido: la inmigración. "Mi idea es salir de Cuba y hacer lo mismo", asegura.
Este joven también tiene claro donde está la clave para frenar la fuga del talento de la Isla. "Si a los jóvenes les dan la oportunidad de trabajar sin hostigamientos, sin multas, sin inspecciones cada cinco minutos, no se van a ningún lado", avisa.
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