Hace menos de una semana fue noticia el operativo aéreo y marítimo de la Guardia Costera de EE.UU., con el fin de localizar a un grupo de balseros que se encontraban desaparecidos.
Los guardacostas fueron alertados del naufragio por tres cubanos que fueron encontrados en el cayo Big Pine, en el extremo sur del Estado.
Finalmente se supo que los restantes 20 balseros habían fallecido, una de ellos ―una joven de 24 años― en el propio cayo, según relatan en esta entrevista, dos de los únicos tres supervivientes.
Apenas pudieron ser recuperados cuatro cuerpos en el mar de los balseros desaparecidos.
Los dos balseros relatan que sobrevivieron porque se agarraron a un trozo de poliespuma de escasas dimensiones, y que a duras penas consiguieron aguantar hasta que fueron rescatados por unos pescadores.
En la embarcación viajaban ciudadanos residentes en Las Tunas, Granma y Bejucal, salieron desde La Habana, pero dos días después la embarcación comenzó a hundirse.
Al final, uno de ellos, muy abatido, insiste en que los cubanos busquen otra manera de salir de Cuba más práctica y más segura.
Es el segundo balsero, en pocas semanas, que trasmite idéntico mensaje: el mar es mucho más peligroso de lo que se pueda imaginar.
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