Las imágenes que deja la victoria de Donald Trump en las presidenciales norteamericanas van más allá del habitual contraste entre la alegría de los ganadores y la resignación de los perdedores. En este caso el éxito del Partido Republicano se presume complicado de digerir para un sector de la población estadounidense.
A las escenas de lloros y desilusión en la sede demócrata se unen las declaraciones desesperadas de ciudadanos, que han visto cómo la debacle de la demócrata Hillary Clinton deja un futuro lleno de incógnitas.
Algunos bares han hecho gala de un particular sentido del humor para escenificar lo que supone la presencia del empresario neoyorquino en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años.
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