Tal vez una de las imágenes más curiosas que ha dejado el paso de Justin Trudeau por Cuba fue el modo en que se sirvió de un contexto habitualmente tan solemne como el Aula Magna de La Universidad de La Habana para sostener un diálogo con estudiantes (escogidos, como es de suponer), todo ello bajo la atenta mirada de Raúl Castro, que con loss audífonos de traducción simultánea puestos no perdía ni detalle de todo lo respondido por el Primer Ministro Canadiense.
Algunos han criticado esa postura informal de Trudeau o incluso el hecho de que haya utilizado un sonoro "Hola! Qué bolá?" para introducir sus palabras previas a la charla estudiantil.
"¿Qué bolá?" va camino de convertirse en el tópico verbal por excelencia para identificar a los cubanos; a punto de desplazar expresiones como "chico" o "compadre", que muchos asociaban hasta ahora a los cubano-hablantes.
En todo caso, Trudeau intentó ser amable y echar mano de su juventud y frescura más que de ceremoniales o formalidades.
Lo importante fueron sus palabras, el hecho de aludir a que quiere conservar las buenas relaciones con Cuba, más allá de lo que decida hacer Estados Unidos. Eso y precisar que el momento de los jóvenes no es el "mañana" es el "hoy", alusión tal vez a la envejecida clase dirigente de la Isla.
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