Jóvenes cubanos, de entre seis y 12 años, alimentan entre las ruinas de un edificio de La Habana sus sueños de convertirse en boxeadores profesionales.
De lunes a sábado entrenan en Centro Habana en una iniciativa que une los caminos del deporte y la superación social.
Esta improvisada fábrica de boxeadores aguarda las ilusiones de los pequeños en medio de golpes y disciplina.
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