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"Piensan que llevan animales", cubanos opinan sobre el transporte público en La Habana

La indisciplina de los chóferes es tan habitual como poco cuestionada.


Este artículo es de hace 6 años

El transporte público en Cuba es uno de los problemas enquistados de la Isla.

Sus deficiencias son tan antiguas como las críticas y cuestionamientos de los usuarios. Dentro de las críticas más extendidas y comunes que realizan los cubanos se encuentran los problemas estructurales del mismo como son la escasez de ómnibuses, la inexistencia de servicio para los ciudadadanos que viven en zonas periféricas de la ciudad o la pésima frecuencia del servicio.

Sin embargo, la indisciplina de los chóferes es algo tan habitual como poco cuestionado, a pesar que son muchas las ocasiones en las que se puede observar a conductores fumando o distraídos de su función mientras conversan con alguno de los pasajeros.

La indisciplina, no obstante, es también habitual entre los propios viajeros. No es infrecuente que se consuma alcohol en el transporte estatal o que las guaguas estén sucias a causa del mal uso.

Cubanos preguntados sobre el servicio de transporte por Cubanet denunciaron, en tal sentido, comportamientos cuestionables por parte de los viajeros, entre ellos la falta de cortesía con los ancianos, los discapacitados y las mujeres o el mal uso que hacen los jóvenes del transporte.

Resulta llamativo, sin embargo, que pocos de los encuestados mencionaron el comportamientos de los chóferes entre los cuales es habitual no respetar las paradas establecidas o manejar de manera violenta

Además, los cubanos, se han acostumbrado a prácticas abusivas tales como no recibir el vuelto al pagar el billete. La mayoría no se pregunta dónde van a pagar los sobreingresos que reciben los chóferes.

Es más que evidente que los vueltos no van a parar a las arcas del estado sino al bolsillo de los conductores. Tanto es así que a menudo chóferes e inspectores bloquean con un trozo de cartón la boca de la alcancía para obligar al pasajero a pagar en sus manos.

No obstante, muchos desconocen hasta qué punto estas prácticas son lucrativas para los conductores. Suponiendo que en cada parada el chófer se embolse un solo peso (siempre es más), al final del viaje serían 40 pesos y al final de la jornada, 200.

La actitud de los trabajadores del Ministerio de Transporte es una prueba más de cómo la corrupción ha calado en la sociedad cubana y cómo la indisciplina social se generaliza.

En contextos como estos, la mejoría en los autobuses, en las rutas y en el servicio de transporte no logrará un buen funcionamiento ni conseguirá alcanzar los estándares de calidad requeridos.

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