Adalicia Ojeda, de 74 años, quien está a cargo de su nieta discapacitada de 27, se ha quejado de la poca atención que el gobierno cubano les presta a ambas, a pesar de la situación vulnerable en la que se encuentran.
La abuela ha sufrido dos infartos y la nieta aún carga las secuelas de una meningitis. Por tanto, necesitan medicamentos regularmente para tratar sus padecimientos pero, según Ojeda, estos escasean la mayor parte el tiempo.
Dos mujeres contratadas por familiares de las enfermas testimonian que, evidentemente, ninguna autoridad del gobierno se ha acercado a ayudarlas, ni siquiera los trabajadores sociales.
CubaNet se hizo eco de este caso, otro ejemplo de la degradación social que padece el país.
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