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Un venezolano cuadripléjico pide la eutanasia por falta de recursos

Si bien la eutanasia es ilegal en Venezuela, Marco pide que se elabore una ley para casos terminales o como el suyo.


Este artículo es de hace 6 años

La situación en Venezuela se ha tornado tan dramática, que la agencia AFP ha difundido la historia de Marco (45 años), un hombre residente en Cabudare (estado de Lara), que hace 12 quedó cuadripléjico tras un accidente automovilístico.

A pesar de lo difícil que fue para él aceptar su nuevo estado, consiguió sobrepasar la depresión y hasta se casó y adoptó a la niña de su esposa. Sin embargo, con el aumento de la crisis en Venezuela, especialmente en lo relativo a medicamentos y comida, Marco ha llegado a pensar y proponer directamente, que le permitan recibir una muerte asistida.

Confinado en la pequeña habitación donde pasa casi todo el tiempo, y donde apenas cabe una pequeña cama y un refrigerador, ha grabado varios vídeos en los que, desde mediados del año 2016, pide ayuda.

En el más reciente, lanza un pedido dramático al presidente Nicolás Maduro para lo ayude a morir dignamente.

Si bien la eutanasia es ilegal en Venezuela, Marco pide que se elabore una ley para casos terminales como el suyo.

Aunque es técnico industrial, ahora este venezolano sobrevive apenas con una pensión y un subsidio mensual que suman 186 mil bolívares (4,3 dólares a la tasa del mercado negro). Ello cuando solo una sonda urinaria le cuesta 24 mil y un kilo de carne 50 mil. A eso se suma que también necesita pañales, guantes de látex y alcohol.

Tras el último vídeo ―grabado por su hija de 13 años que se opone a que Marco precipite su muerte― varias personas han llamado para ofrecer donaciones.

Marco no puede ni tan siquiera atender el celular, aunque ha conseguido hacerlo con una varilla de madera que mueve con la boca y que le permite manipular el control remoto del televisor.

En las grabaciones, que difunde en redes sociales, resume su drama a Maduro: "Nos están matando de hambre: o compro comida o compro insumos médicos".

Cuenta que cuando todavía se encontraban alimentos subsidiados en los supermercados, hacía largas colas en silla de ruedas, pero que a veces se quedaba sin nada a pesar de la larga espera.

A pesar de tantos infortunios, confiesa que ha logrado mantenerse a flote gracias a su mujer, Ana Barrios (30 años), costurera con quien se casó hace cinco y adoptó a la hija de ella. "No quiero arrastrar a mi esposa y mi hija a este pozo sin fondo que estamos llegando en Venezuela”, afirma Marco, quien está convencido de que "es preferible sacrificar a uno para que vivan mejor dos".

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