El descarrilamiento de un tren de la compañía Amtrak que viajaba desde Seattle, en el estado de Washington a la ciudad de Portland, en el vecino Oregón, mantuvo en vilo durante las últimas horas a las autoridades del Departamento de Transporte de los Estados Unidos.
¿Cómo era posible que un tren relativamente moderno, que al parecer contaba con todos los sistemas necesarios para evitar este tipo de incidente se hubiera descarrillado? La respuesta es sencilla: se trató de un error humano, más que nada.
Este lunes en la noche, funcionarios de la Junta de Seguridad del Transporte Nacional dijeron que el tren viajaba a 80 millas por hora, en una curva con un límite de 30 millas por hora.
En un caso así, el mecanismo de seguridad de frenado del tren debió haberse activado pero este, que se regula mediante un interruptor, se encontraba en la posición de apagado. Como resultado de tantos errores, unas ocho personas murieron y otras cien resultaron heridas.
El accidente seguramente pondrá una vez más su atención en el tema de la seguridad de Amtrak. El siniestro es el peor de Amtrak en los últimos años, y seguramente desembocará en una revisión sobre la necesidad de una tecnología más moderna en los trenes de la compañía.
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