APP GRATIS

El edificio de Aguiar 211-213, Habana Vieja: La crónica de una tragedia anunciada

los vecinos de este edificio cuentan los días por derrumbes. Hoy una columna, mañana una pared. Desde 2009 sucesivos dictámenes oficiales han avalado, por ejemplo, que presentaba un estado físico “Malo, reparable por medio de reparación mayor”


Este artículo es de hace 5 años

El edificio pide a gritos caerse. O que lo demuelan. Sus grietas y humedades y escombros perdieron hace mucho las esperanzas de reparación. Se quiere morir, y se nota.

Su dirección es Aguiar 211-213 entre Empedrado y Tejadillo, La Habana Vieja, y es otro de los símbolos que gritan la indolencia estatal cubana, y su incapacidad para salvar las viviendas de los cubanos. Y sus vidas.

Según los residentes, el abandono de un apartamento en el cuarto piso, propiedad de un matrimonio disuelto en 1982 y que dejó el inmueble deshabitado durante años, habría sido la causa inicial del deterioro que avanzó con los años hasta llegar a lo que es hoy: un edificio en inminente peligro de colapso y tragedia.

Desde 1985 el edificio fue apuntalado por la Dirección Provincial de la Vivienda. Se cerró su frente con vallas. Se les explicó a los vecinos lo evidente: había que repararlo de urgencia. La urgencia, en este caso, pareció más burla que plan de respeto: no fue hasta el año 2000 que otros funcionarios volvieron a visitar el inmueble. Pero no para repararlo, sino para demoler los muros de la azotea y la fachada del 4to piso, donde aún sobrevivían las paredes húmedas y desvencijadas del apartamento abandonado casi veinte años atrás.

Lo más insólito: la brigada de demoliciones dejó los escombros en el mismo inmueble… durante ocho años. En 2008 una carta publicada por el periodista José Alejandro Rodríguez en el diario Juventud Rebelde bajo el título “Los escombros de la indolencia” provocó que alguien decidiera visitar nuevamente a los vecinos de Aguiar 211-213.

Los residentes que ofrecieron a CiberCuba pruebas del estado en que se encuentra hoy el edificio recuerdan la prioridad de aquella visita de funcionarios de la empresa SECONS y de Vivienda: cuestionarles por qué habían hecho llegar a la prensa su situación. Era más urgente atajar las denuncias, que resolver el caos de los escombros y el evidente estado de abandono de la construcción.

Desde entonces, los vecinos de este edificio cuentan los días por derrumbes. Hoy una columna, mañana una pared. Desde 2009 sucesivos dictámenes oficiales han avalado, por ejemplo, que presentaba un estado físico “Malo, reparable por medio de reparación mayor” (según el informe número 0053 de ese año). Han pasado nueve años más y ninguna reparación mayor tuvo lugar. Poco después de ese mismo informe una columna de la fachada del edificio se vino abajo. Todo quedó en otra inspección burocrática avalando la ruina indetenible de la estructura.

La única solución que les han ofrecido a los vecinos de Aguiar 211-213 es abandonar el inmueble. Irse con sus pertenencias a los “albergues” del estado con carácter temporal… y acometer las labores de reparación del edificio “por esfuerzo propio”. Una burla al sentido común y al bolsillo de familias enteras a las que solo les alcanza el dinero para comprar vigas que mal sostengan sus techos hasta quién sabe cuándo.

Mientras la rutina apaga los ecos de derrumbes como el de un edificio en la calle Infanta o el del teatro Campoamor, o el balcón que acabó con la vida de dos mujeres en septiembre último durante el paso del Huracán Irma, quienes ahora mismo residen en Aguiar 211-213 rezan a santos católicos o afrocubanos porque sus paredes aguanten, que esperen por reparaciones que quizás nunca llegarán.

Hasta que quizás sea demasiado tarde.

¿Qué opinas?

COMENTAR

Archivado en:

Ernesto Morales

Periodista de CiberCuba


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada