Un cubano caminó las calles de La Marina, en Matanzas, para preguntarle a los vecinos cómo reaccionarían sin veían un mural en su barrio con dos mujeres o dos hombres besándose.
Las opiniones fueron diversas. Unos creen que no hay diferencia entre una pareja homosexual y una heterosexual y otros opinan que no se deberían pintar un mural en la calle que muestre a una pareja del mismo sexo besándose.
El gobierno cubano, que por décadas marginó y reprimió a los homosexuales, reconoció luego que había errado. La hija de Raúl, Mariela Catsro Espín, se convirtió entonces en una abanderada de los derechos de la comunidad LGTBI en la Isla. Fundó el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y monopolizó la batalla.
No obstante, todavía existen en las calles opiniones encontradas sobre el tema y hay quienes siguen marginando a los homosexuales. De hecho, muchos gays denuncian que quienes no estén del lado de Mariela siguen siendo víctimas de la discriminación.
Recientemente, en declaraciones recogidas por la agencia AP, Castro Espín dijo que esperaba que el nuevo presidente Miguel Díaz-Canel la apoyara como lo hizo su padre.
Mariela y varios activistas por los derechos de la comunidad LGTBI han pedido al Gobierno que legalice el matrimonio entre personas del mismo sexo en Cuba.
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