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Sin saberlo, una cubana compra un auto clásico de carreras único en toda América

"Yo tenía una noción elemental sobre el automovilismo, por eso no sabía nada sobre los Healey, así que comprarlo a su dueño fue una inspiración para la que aún no tengo explicación"

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Este artículo es de hace 5 años

La cubana Julia Medina fue el centro de atención en el recién culminado I Salón de Excelencias del Motor, una feria que se llevó a cabo el pasado domingo en La Habana y en la que fueron exhibidos numerosos automóviles clásicos, deportivos y modernos.

Y es que, casi sin saberlo, Medina adquirió un tesoro único en América: un auto de carreras Healey Silverstone D10, que se conserva en perfecto estado y funciona con normalidad, luego de casi siete décadas de fabricado.

Así lo recoge un reportaje de la agencia Xinhua, que conversó con la aficionada en el marco del evento. "Aun siendo un abuelito, es el bebé de la casa. Yo lo beso todos los días y por la mañana lo saludo", afirmó entre risas la feliz propietaria del auto, quien además es dueña de un pequeño hostal en la capital cubana.

Healey Silverstone D10 de Julia Medina

Este automóvil, construido en Reino Unido en 1949, es uno de los únicos dos modelos que arribaron a la Isla en la década del 50. El otro, propiedad de un alto directivo de la petrolera Shell en Cuba, se destruyó al volcarse durante el ascenso a La Gran Piedra, una elevación ubicada en el oriente con más de 1.200 metros sobre el nivel del mar.

Según reseña la agencia, el carro adquirido por Medina formó parte de un lote de apenas 100 unidades fabricadas entre 1948 y 1950. La cubana llegó a enterarse sobre su existencia por un amigo hace varios años, y decidió visitarlo en la casa de su anterior dueño, que lo tenía en desuso y cubierto por una lona en un patio.

I Salón de Excelencias del Motor

Aunque lo vio en muy mal estado, confiesa que hubo algo que le atrajo. "Fui a verlo más por curiosidad que por otra cosa, pero cuando levanté la lona supe que lo quería para mí, aunque no tenía idea de su valor patrimonial", afirmó.

"Yo tenía una noción elemental sobre el automovilismo, por eso no sabía nada sobre los Healey, así que comprarlo a su dueño fue una inspiración para la que aún no tengo explicación", explicó la habanera, que trabajo durante mucho tiempo como organizadora de eventos para una empresa estatal.

En 2013, Medina compró de manera formal el auto y durante los próximos dos años trató de hacerlo funcionar, por lo que se comunicó con el Club Healey en Londres, que reúne a aficionados a ese tipo de autos. Esta organización le ayudó en la restauración con el envío de varias refacciones originales y la instalación eléctrica.

Eventualmente, en 2015, el auto volvió a recorrer las calles de La Habana, pintado de un amarillo brillante con listas verdes. Como fue diseñado para competir, exige poco peso y mucha potencia, y posee solo dos plazas.

De acuerdo con la cubana, el Healey -que conserva su motor original- ha marcado hasta 90 kilómetros por hora, aunque su diseño le permite, al menos en teoría, alcanzar los 160, algo que Medina se niega a comprobar "para no forzar las cosas".

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