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Memoria del Exilio: "El punto más al sur"

La boya que marca el punto más austral de los Estados Unidos - continentales - es una de las atracciones más visitadas de este país. Casi todos esperan, colocarse al lado de ella, esbozar una sonrisita tímida y luego de uno o varios clics quedar inmortalizados.


Este artículo es de hace 5 años

Fue entre las letras de Reinaldo Arenas - magistralmente tejidas bajo el título Final de un cuento - donde por primera vez conocimos, al leer, sobre la existencia de este sitio.

Desde entonces, se convirtió en terco afán la suerte de visitarlo.

Llegamos en la tarde noche de un viernes y ya allí había su pequeño tumulto.

Siempre hay personas en cola para poderse fotografiar.

Decidimos no esperar.

La aversión por marcar, hacer fila y aguardar por un turno, hace mucho rato agotó nuestra paciencia entre escaseces de tanto menesteroso socialismo.

No hago cola por nada en el mundo.

Excepto por lo que - obligatoria u oficialmente - no haya otro remedio que zumbársela, sufrirla y hacerla.

En ese caso, siempre cargo con la compañía de un libro para compensar la pérdida e instruir al tiempo muerto.

De lo contrario, renuncio. Me doy por vencido.

Me aplico una autopsicoterapia de que no era tan importante ni tan urgente lo que estaba necesitando.

O que puedo tantear en otro momento.

“A otra cosa, mariposa”, probemos suerte después.

La boya que marca el punto más austral de los Estados Unidos - continentales - es una de las atracciones más visitadas de este país.

Casi todos esperan, colocarse al lado de ella, esbozar una sonrisita tímida y luego de uno o varios clics quedar inmortalizados.

En una instantánea que luego verán esporádicamente o casi nunca.

A no ser que nos la recuerde Facebook.

Y, de nuevo, la volvemos de seguro a olvidar.

¿A dónde irán a parar? Entre miles y cientos de fotos que tomamos, publicamos y/o conservamos.

Yo había imaginado encaramarme encima.

¿Cómo lograrlo con tanta gente a la espera? *

*¡Bah!

Nos fuimos con el rabo entre las piernas. *

*¡Por suerte! Y como siempre ha sido, ¿no?

Antes, en este mismo lugar, había un letrero de madera* que señalaba con una flecha hacia donde Cuba se encuentra.

* Estuve a punto de escribir: de mierda

Eso debió ser a lo que se refirió Arenas.

La nueva señal parece un mojón colorido y no señala nada hacia ninguna parte.

Imagino que fue construida así, de fuerte, para resistir los embates de los continuos y cada vez más devastadores huracanes que transitan por la zona, como Pedro por su casa. *

*Compacto y sólido es. Muy difícil de arrancar.

Si un potente ciclón se lleva ese mamotreto de hormigón, en el cayo no queda más nada. *

*¡Y cuidado a Miami no se la lleve primero el fuerte viento!

Fue erigida - tal como está - en septiembre de1983. *

*No es tampoco ni tan vieja.

Menos aún, es el paraje más meridional ni ocho cuartos.

Otras partes más sureñas existen.

A unos metros de ahí mismo, en la playa del parque Fort Zachary Taylor, que es de público acceso, pagando siempre - of course, por supuesto - el precio previo a una entrada.

Además, la propiedad privada Truman Annex, donde no puede entrar nadie - ya lo dicta su dueño - ni abonando.

Hay una isla, más abajo, que pertenece a la Armada norteamericana y no está señalizada.

Y está otra, privada. Cayo Ballast. Ésta sí, con carteles muy precisos de No admitir visitantes. ¡Egoístas, gandíos, casasolas!

También, si vamos a ser estrictos, la isla grande de Hawái está por debajo de Key West. Aunque no forma parte del continente. *

*¡Está fuera de competencia!

Así que lo del sitio más sureño es cuento.

Pero muchos precisan focalizar, cardinal y geográficamente, sobre todo, su nostalgia.

Sin embargo, la indicación "noventa millas a Cuba " en el monolito, no es exacta.

Porque la isla se aleja - o se acerca - hasta noventa y cinco.

Otros dicen que más para allá, unos que más para acá, en un estira y encoge tremendo.

En el 2011 - ¡qué atrevidos! - le agregaron la denominación República de la Concha. *

*¡Qué fuerte, por Dios, qué fuerte! Gardel, Evita, Perón, Nini Marshal y Libertad Lamarque se retuercen en sus tumbas.

Ya alguien, sin gracia ninguna, le plantó un graffiti inentendible en la palabra POINT.

Muy cerca del mogotito pigmeo, hay una estatua espantosa de un hombre, pigmeo por igual - ¿solapado homenaje a Liliput? - soplando una caracola, como de hierro, con la que nadie se hace, pobrecita, ni siquiera un selfie. Es tan fea que da pena. No me da ánimo ni para contar sobre ella. Porque, además de no saber nada, tampoco me interesa. Y en todo caso ¿quién la invitó? ¿Qué hace ahí? Y si no le interesa perderse.

Me temo que el espíritu de la familia del Museo de Cera de Bayamo se esté expandiendo.

A sólo unos pasos, no podía faltar el vendedor de agua de coco fría que, imaginé - porque no la compré - se calienta ipso facto. No sólo por la alta temperatura ambiental sofocante y tremenda, sino por el nivel de escándalo que hacía con un grosero 'reguetón' que parecía ladrar saliendo de un altavoz portátil.

Me dan pena los 'reguetoneros'. Y los que alientan al género, igual. No los critico. Pero me dan mucha, mucha, mucha, mucha lástima.

Porque si nuestros tatarabuelos se quejaron del danzón.

Nuestros abuelos del mozambique, del yeyé, del coyulde o del ritmo pilón.

Y nuestros padres del rock.

¿Qué podrá molestarles a ellos cuando sean mayores de la nuevas (de) generaciones?

¿Qué clase de música defenderán sus hijos?

¡O sus nietooooooooooossssssss!

En fin…

Que pasamos lo de retratarnos a la última instancia de nuestras prioridades.

- Será el punto más al sur, pero no es el fin del mundo - sentenció mi amigo americano con su razón dominguera.

Fuímonos, pues, a regocijar con otros placeres mundanos y gustillos sencillos.

Que la vida es muy corta para estar perdiendo el tiempo esperando, cual rebaño, por un dichoso capricho.

De todas maneras, lo intentamos una segunda vez durante nuestros recorridos sin rumbo ni plan.

Pero con el mismo resultado. *

*Hasta con Plan Jaba para discapacitados y lista de espera se asemejaba.

El día en que decidimos regresar a Kendall, nos levantamos bien temprano.

Ya era día entre semana. Y, aun así, fue nuestra intención evitar el sol pesado de un viaje al mediodía.

Probamos zaguera suerte al pasar de nuevo por allí.

Y esa tercera vez fue la vencida.

Sólo estaban tres personas.

Lo demás…

Fue tan rápido que ni cuenta nos dimos.

Mi amigo me tendió una mano y con las fuerzas que me permiten los ya pesados años que cargo encima, escalé a la cima, en un santiamén.

Ya después resolvería cómo bajarme.

O si aquello, o no, podía costarme.

Soy, a veces, “echaíto palante” y me atengo a las consecuencias.

Intenté varias poses parado.

La del David de Miguel Ángel.

Pero con una mano derecha levemente depositada sobre mis huevos.

La X, la Y, la Z, la P.

La bailarina de Tropicana.

Fernando Séptimo.

El Mercurio de La Lonja del Comercio con su elegante attitude.

La Virgen del Camino.

Parodié, incluso, la de Martí con el niño en brazos frente a la Oficina de Intereses en la Habana. *

*La situación diplomática es tal, que ya no sabemos cómo nombrar a ese edificio. ¡Ojalá y no termine siendo un Agromercado!

Y cuando fui a intentar El pensador de Rodin, caí sentado.

¡Tremendo mameyazo que me di en el culo!

Pero me vino mejor.

Porque me sirvió para percatarme, alegremente a la vez, de que el punto más al sur está - en verdad - en la planta de mis pies.

Yeeeeessssssssssss!!!!!!!!

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


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