APP GRATIS

Memoria del Exilio: "Veo - Veo - VIH"

De existir el decreto 349, en Estados Unidos, esto no levantaba cabeza más nunca.


Este artículo es de hace 5 años

Si lo hubiese planificado, no me habría salido tan bien.

Como para evadir las perennes deprimentes tardes de los fines de semana.

Además, hacerlo aprendiendo, que es como mejor pasa el tiempo.

Era algo que tenía pendiente desde hacía mucho rato.

La barrera del idioma - en la etapa de su lanzamiento - me impidió degustarla a plenitud, pero, no por ello, dejó de acrecentarse mi interés por saber de qué iba su impronta.

Así, el pasado primero de diciembre - por casualidad y coincidiendo con el que es considerado, internacionalmente, como el día mundial de la lucha contra el SIDA - he podido disfrutar de una puesta en escena, del musical HEDWIG AND THE ANGRY INCH.

Era una producción modesta. El formato que ofrece la obra - como de concierto de banda - permite un despliegue, menos ambicioso de recursos, para sus distintas producciones.

Aunque, imagino lo que debió haber sido su revival - con Neil Patrick Harris en el rol principal. * - hace unos años atrás, en Broadway. De lo cual puede llevarse uno una mínima idea, por lo poco que existe de esa versión en las redes.

* Que le otorgara el codiciado premio Tony de ese año.

Hedwig es un musical rock muy atípico.

Hijo - casi nieto - de RENT al que, abiertamente, reverencia y hace continuo homenaje, en super obvias referencias.

Curioso es que es un musical rock sobre un grupo de rock, o, mejor dicho, sobre su vocalista. *

* Mucho antes que Bohemian Rhapsody, of course.

Pero, aún más, singular, lo es su personaje principal - Hedwig Robinson - un cantante transgénero oriundo de la Alemania Oriental - ex RDA - en total estado de decadencia profesional.
Una prueba de fuego para todo actor.

Y para toda actriz - porque el personaje secundario es, en cambio, un hombre, que debe ser interpretado por una mujer.

Todo muy andrógino, glam, trajes futuristas, botas con plataformas, laca con peinados imposibles, pelucas, brillos, estridencias, con kilos de maquillaje y purpurina.

Y al mismo tiempo todo cutre, muy bajito, iconoclasta, sucio y alternativo. *

* De existir el decreto 349, en Estados Unidos, esto no levantaba cabeza más nunca.

Pero, en esencia, es una entrega desacostumbrada.

Nadie baila, no hay romance - ni en el palmar, aunque sí mucho sexo - ni las acostumbradas canciones “yo quiero”, que pueblan todo el amplio catálogo de musicales norteamericanos.

Cero encanto extra.

Al pelo.

Al duro y sin guante.

Sin medias tintas.

Te guste o no.

Y tanto me complació, que corrí - como Juana que se despetronca - a digerir su versión cinematográfica.

Entonces, sí que me atrapó por completo, su acendrada irreverencia, su hiper acido e inteligente humor y su profundo revolucionario aporte al arte dramático y cinematográfico. *

* Y ahí están los premios Sundance y Globo de Oro en su largo haber de galardones.

John Cameron Mitchell fue el creador, guionista y artífice de un personaje inolvidable, que únicamente puede ser asumido por actor, no sólo, muy completo, sino infinitamente carismático.

Aunque en el teatro han pasado, por esa misma piel - además del ya mencionado Harris - Darren Criss (uno de los chicos más lindos de la serie Glee) Michael C. Hall (que ya había probado éxito en CHICAGO, luego de saltar a la fama con su personaje en la serie DEXTER, precedido por su entrañable participación en SIX FEET UNDER - a mí modesto juicio, la mejor serie de televisión realizada) y el formidable actor afronorteamericano, Taye Diggs, de quién se dice hizo una interpretación única e imperecedera, bajo la singular y característica peluca, que identifica al rol y su fabulosa piel oscura, como de ébano apetecible.

También se menciona a remarcables contrapartes femeninas, tales como Lena Hall, o Hanna Corneau.

Pero, nada como ese Cameron Mitchell suelto, con una cámara, aparentemente libre, también, y desprolija, mas, en cambio, meticulosamente concebida y estudiada, interpretando a es@ loc@ delicios@ que es Hedwig y Miriam Shor, magistral y alucinantemente creíble - en el papel de Yitzhak, por más que cueste tragarse siempre - del todo - a una mujer interpretando a un hombre.

Hay que apreciarlo para intuir lo que es la absoluta libertad artística. *

* Nada que comprendan los cancerberos censores que coartan y reducen la cultura en Cuba.

Es uno de esos raros casos en que el personaje se devora - con papas de la casa - al ser humano que lo interpreta.

Es decir, sólo desde la ofrenda absoluta, es que puede actuarse.

Y dejarse llevar por la estridente música de Stephen Trask a través de números contagiosos como Sugar Daddy, The origine of love, Angry inch, o de Wicked Little Town.
El musical se estrenó Off -Broadway en 1998.

Y la película - en todo superior - se realizó en el 2001.

Poco a poco fue sumando adeptos. * entre los que se empezaron a caer, como cuenta gotas, personalidades famosas como Lou Reed, Yoko Ono, Robert Altman o el mismísimo David Bowie - quién financió la producción de la puesta estrenada en Los Angeles - entre muchos otros.

* Me encuentro orgullosamente entre los más recientes admiradores.

Y todo empezó cantando en un bar hasta convertirse en un éxito que crece cada vez más con el paso de los años.

Toda la rocambolesca historia de un niño, “bastante rarito”, quién, por amor a un soldado negro norteamericano, se somete a una operación de vaginoplastia, que le sale requeté-mal y le deja sólo unos centímetros de vergüenza. * en el Berlín de antes y después del muro con su caída, es contada en un show conformado por monólogos extensos - que incluyen mucho de improvisación - pero sobre todo de una actuación casi posesa, electrizante, epatante y únicamente gloriosa ante el riesgo inminente de convertirse en un desastre.

* De ahí el “angry inch” o malditas-condenadas-molestas medidas, que es, también, el nombre del grupo que le acompaña en una inhabitual gira, persiguiendo a otro rockero ex - amante, devenido famoso.

Buen tino tuvo mi amigo americano, al invitarme al teatro el pasado fin de semana, pues pude ocuparme, hasta ya entrada la madrugada, del lunes en conocer, deleitarme y aprender sobre este clásico contemporáneo.

VIH son siglas para asumir con creatividad.

V de valor, de vida, de voluntad

I por la imaginación y el ingenio

Y H por humano, H de humanidad

Hacerlo, precisamente ese día, fue motivo de triple satisfacción.

Maté tres pájaros de un tiro, salí ganando y… sigo andando.

Ahora con más conocimiento y encanto.

Que el saber no ocupa espacio.

¿Qué opinas?

COMENTAR

Archivado en:

Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada