Para los cubanos, regresar a la tierra y recuperar ese pedazo de vida que se nos quedó en la Isla, sentir el abrazo de un padre, una madre, un hermano o el amigo de la infancia son únicos e indescriptible. Solo quien lo haya vivido puede saber lo que se siente, cuando el tiempo, la separación y la distancian se desdibujan en los brazos de la persona querida.
Pero si el abrazo es a un hijo recién nacido a quien no se le había podido conocer, faltan las palabras y sobran los silencios.
La emigración deja muchas escenas dolorosas, muchas heridas, muchos vacíos e historias de pérdidas pero, sin dudas, la historia de este hombre que llega a Cuba y ve por primera vez a su hijo de meses remueve todo sentimiento y nos regala uno de los momentos más emotivos que puede vivir un padre.
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