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Este hombre en Santiago de Cuba se introduce objetos en la nariz para ganarse la vida

No es de esas personas, que algunos llaman «artistas callejeros», que han optado por hacer actos todos los días y a toda hora. Ni siquiera todas las semanas se presenta en la calle. A veces pasan uno o dos meses y nadie le ve, por eso causa tanta sorpresa cada vez que decide aparecer.


Este artículo es de hace 5 años

Casi nadie sabe cómo se llama este señor que de vez en cuando aparece en el Corredor Patrimonial Las Enramadas, en la ciudad de Santiago de Cuba. Todos le dicen “el hombre que se «mete» cosas en la nariz”, porque él, a su avanzada edad y seguramente por pura necesidad, ha encontrado una forma bastante extrema y peligrosa de ganarse la vida.

A la vista de todos comienza a introducir objetos por una fosa nasal, y nadie puede esconder su asombro por tan extraña habilidad que de seguro pone en riesgo hasta la propia vida de este señor.

Pero él no es de esas personas, que algunos llaman «artistas callejeros», que han optado por hacer actos todos los días y a toda hora. Ni siquiera todas las semanas se presenta en la calle. A veces pasan uno o dos meses y nadie le ve, por eso causa tanta sorpresa cada vez que decide aparecer, y la gente se le agrupa alrededor.

No siempre hace los mismos trucos. Unas veces solo introduce objetos, casi siempre aumentando el grosor y la cantidad; otras, con un martillo, empuja unos cuantos clavos a base de golpes; algunos le han visto barrenarse la nariz con un pequeño equipo de mano… con una tranquilidad que provoca espanto.

Lo mismo con los clavos. Ver cómo este señor los empuja dentro de su propia nariz, uno a uno, es casi una escena sacada de la muy famosa saga de terror Saw, donde los protagonistas debían hacer tareas extraordinarias para poder salvarse de la muerte.

Cuando uno ve a este anciano, de visible avanzada edad, siempre se pregunta si es un truco lo que hace con su nariz, o si tiene una malformación, una cavidad que nadie más posee, o si es algo que con el tiempo se le ha ido formando de tanto repetir, una y otra vez, un acto tan extremo y peligroso.

Hay quien le he preguntado, pero él se limita a decir “no lo hagan en casa, no dejen que los niños repitan lo que yo hago, es peligroso”, y siempre evade la respuesta.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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