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Actor cubano Roiniel Ledea: "Me fui porque no soportaba más la segregación política y económica"

"Logré salir de la isla aunque todavía no he conseguido llegar al país de los refugiados y de la libertad, algo que espero se materialice muy pronto. Por el momento trabajo en una tienda de artículos para damas y niños en México"

Actor cubano Roiniel Ledea © Cortesía del entrevistado
Actor cubano Roiniel Ledea Foto © Cortesía del entrevistado

Ha sido el Obispo y Thomas Mowbray en la obra Ricardo II de Shakespeare, es graduado de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA, fue actor del grupo de Teatro Gaviota de donde fue expulsado al igual que de la UNEAC. La trayectoria de este joven está jalonada de varios galardones teatrales y de un prestigioso trabajo en la radio; ha sido premio Caricato 2015 y premio de oralidad escénica 2006, entre otros.

Mi entrevistado de hoy no aceptó el camino trazado que le ofreció el sistema cultural de su país y abre su propio camino, si bien este camino puede ser más incómodo y peligroso.

Hoy, Roinel Ledea es libre y agradezco el diálogo.

El agradecimiento es mutuo. Nunca pensé que usted quisiera interesarse por mi vida y mire, aquí estamos. Logré salir de la isla aunque todavía no he conseguido llegar al país de los refugiados y de la libertad, algo que espero se materialice muy pronto. Por el momento trabajo en una tienda de artículos para damas y niños en México.

Fuiste miembro de la UNEAC ¿sueños quebrados, realidades insospechadas?

Fui miembro de la UNEAC desde 2006. Como muchos creí que eso era muy positivo pues quizás la institución podía ser ese parlamento donde se discutieran las problemáticas y que los acuerdos tomados fueran puestos en práctica. Pero nada de eso sucede.

Sí, se llevaban a cabo reuniones pero solo participaban los escogidos, de hecho en 17 años apenas fui invitado a cuatro de ellas; la mayoría de los asistentes eran artistas que pasaban de los 70 y una algarabía de quejas sin solución signaba las mismas.

Creí también que la UNEAC sería nuestra abogada defensora, pero eso es otra falsedad. En 2016 la directora de Radio Arte en ese entonces, Cristina Reyes, hoy al frente de Radio Progreso, me expulsó, alegando que yo era un "inadaptado social".

Hizo esto como venganza, pues nosotros tuvimos un conflicto por el salario de un mes de los actores que prestaban servicio en la productora. Yo fui protagonista en esas reuniones, ya que en la Agencia Actuar, nuestros representantes, que debían haber tomado el asunto seriamente se lavaron las manos y por tanto, tres actores tuvimos que enfrentar las reuniones que se llevaron a cabo en la UNEAC y en el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, situación que se supo hasta en el propio Ministerio de Cultura.

Cuando la directora de Radio Arte, centro en el que trabajé como actor por más de diez años sin jamás tener un conflicto laboral, me expulsó sin ninguna justificación, no tuve la oportunidad de defenderme, ni ningún derecho para hacerlo, se negó a hablar conmigo y a escuchar mi parte; la agencia Actuar no me orientó en ese sentido. La CTC nacional me dejó esperando, la UNEAC no me apoyó, el Ministerio de Cultura tampoco, el ICRT jamás respondió mi carta. Recuerdo que el difunto actor Rolando Núñez se reunió conmigo y me dijo que “mejor dejara las cosas así pues iba a ser mucho peor para mí”.

Al día siguiente, luego del suceso, cuando despiertas y no sabes qué hacer con esa energía dedicada a diario a lo que más te gustaba hacer, saber que no puedes volver, preguntarte cómo te vas a mantener… ¡es terrible!

Yo estaba en segundo año en la FAMCA, ese problema acabó con mi voluntad para estudiar. Tuve que ponerme duro de verdad para sacar el curso con buenas calificaciones.

Tuve tanto miedo que hice ver entre personas muy cercanas a mí, en lo relacionado con mi trabajo de Tesis, que yo no era tan gusano como decían. Necesitaba un estudio en Radio Progreso. Me monté un personaje y logré hacer mi trabajo y evadir algunas caras de descontento que me observaban.

Yo sabía, desde que leí por primera vez el discurso Palabras a los Intelectuales cuáles eran las bases políticas e ideológicas de instituciones como la AHS y la UNEAC y su función de legitimar que el arte estuviera acorde con estos principios, así como también reprimir y desconocer a todo aquel que tratara de tener una perspectiva artística o una opinión diferente.

Pero cuando uno es joven, la convicción de que las cosas van a cambiar se renueva con facilidad; de eso se aprovechó siempre el sistema… ¡para tener a la juventud marchando y saltando! Eso es así hasta que chocas con una realidad como la que sufrí en aquel año donde había sido incluso premiado en un Caricato por Doblaje.

Tú eras un puntal en Teatro Gaviota ¿qué provocó tu expulsión?

Yo no creo haber sido nunca un puntal para el grupo Teatro Gaviota; no me lo permitieron. Cuando comencé a trabajar con ellos soñaba con la posibilidad de renovar el trabajo y contribuir al desarrollo creativo y estético.

Tenía intenciones de dirigir y pensé que podría llegar a tener esa oportunidad aunque no fuese fácil lograrla y efectivamente, lo que no iba a ser fácil se fue haciendo más difícil. La directora Lilian Dujarric es una persona que puede sensibilizarse con cualquier trabajador por una ausencia por enfermedad, pero cuando se trata de otorgarle libertades a alguien más joven para que dirija artísticamente, con un punto de vista distinto, jamás.

Ellas sabían quién era yo y como pienso, independientemente que muy pocas veces pudimos debatir políticamente. Llegué a proponerle una obra a la directora y su escéptica respuesta fue que si ésta tuviera algún punto de contacto con la verdadera situación política del país no me dejaría montarla pues ella “no iba a meterse en candela ni a perder su salario”. Me negó estrenar un monólogo pues, según ella, yo había hecho de éste una protesta política y así nunca lo pude presentar en público.

Las puestas en escena eran en su mayoría reposiciones que no lograban desprenderse del camino andado, casi todas versionadas por la directora. Yo trabajé mucho tiempo en la radio y si algo bueno me dejó ésta es la sensibilidad para detectar una buena obra dramatúrgicamente. Nada que ver con lo que sucedía en el grupo.

Estos desencuentros me mantuvieron aún más en la periferia del colectivo. De hecho, el día que me llamó para expulsarme, o sea al día siguiente, luego de mi publicación en Facebook donde me declaro en paro laboral, pensé que finalmente les había puesto en sus manos una justificación.

¿Qué publicaste en Facebook?

Yo arremetí en las redes contra los gobernantes de Cuba, los culpé por la crítica situación económica y política del país y además me declaré en paro laboral. Lilian me informó que el grupo iba a continuar trabajando y que el único perjudicado era yo. Dijo además que con esa publicación yo había traspasado los límites y recalcó “que ni el PCC, ni el gobierno la habían mandado a que me expulsara”. Ahí terminó mi tiempo en Teatro Gaviota.

¿El arte en nuestro país necesita al poder tanto como el gobierno al arte?

El discurso Palabras a los Intelectuales de Fidel condicionó y encarceló la libertad creativa. Él quiso que solo se reconociera el arte que estuviera en función del proceso anti-revolucionario que él lideró.

Durante muchísimos años, el arte que se hacía en casi todas sus expresiones, para no ser absoluto, dependía de la legitimidad del ámbito de los censores, o sea, de los que aprobaban o daban el visto bueno y también de un presupuesto otorgado por el gobierno.

No fue hasta que Cuba comenzó a dar limitados y obligados pasos hacia una mínima apertura, llegada del turismo y el internet por ejemplo, que se posibilitó la entrada de empresarios y personas interesadas en el arte cubano.

Por la segunda década del año 2000, un tanto se resquebrajaron los barrotes y el arte comenzó a independizarse, a liberarse del presupuesto y el reconocimiento del ámbito institucional; un hecho que tarde o temprano sucedería, pues arte no puede ser solamente aquel que exalta la supuesta eficacia del régimen comunista.

Se pudiera decir entonces, que antes de estos acontecimientos el arte cubano se veía obligado a llevar consigo ese diabólico objeto social, casi como un intento de copia del realismo socialista ruso. En el presente, muchas obras artísticas cubanas han sido conocidas primero en el exterior producto a esa censura que reinventa nuevas leyes arbitrarias.

Una diferencia entre el arte libre y el arte institucional es que el primero puede ser financiado a través de un crowfounding (financiación colectiva) u otras formas de financiación desde el exterior y estas obras pueden incluso participar en eventos internacionales, aún sin ser reconocidas en Cuba.

Sin embargo, el último sí depende, sí necesita al poder, con él sí hay una relación: yo pago y digo que eres arte, soy arte y digo que eres el bueno, el justo y noble gobierno.

¿Cómo es que de ser graduado del ISA de la facultad de audiovisuales y actor evaluado por el consejo de las artes escénicas e incluso premiado pasaste a ser “repelente”?

Ser graduado de la Universidad de las Artes y de nivel medio de Actuación con evaluación de primer nivel desde principios del año 2000 no significa que debo ser ni comunista ni apoyar el proceso "anti rebolución" cubana.

Por el contrario, entre más lees y estudias más posibilidades hay de hacer conciencia sobre los errores que se han cometido en la estructura política y económica, se hace más amplio el grado de observación de la degradación y la desarticulación de la sociedad cubana.

En mi caso, te juro que fue así. Cuando se derrumbó el campo socialista, yo tenía 12 años, vivía con mis queridos abuelos en Bayamo, en una casa muy mala, con un techo de zinc galvanizado. Ellos, que en paz descansen, eran muy revolucionarios, no le admitían a nadie que hablarán mal de Fidel y con ellos a mis 12 años tuve mis primeras discusiones.

En la Televisión Cubana solo teníamos dos canales, ambos eran interrumpidos para transmitir aquellos interminables discursos de Fidel. Muchos niños y adultos se sentirían muy mal por no poder ver la miserable programación, también en medio de aquellos apagones y la escasez de alimentos.

Por esos años, también hice los exámenes de Ingreso para el pre de Ciencias exactas y las aprobé, pero me quedé sin la beca, solo eran 48 plazas para la provincia Granma y muchas de ellas se las otorgaron a los hijitos de papá. Recuerdo que las madres de los demás niños entraban a las aulas y les entregaban presentes a los profesores. Yo no, yo no fui un niño de algún tipo de posibilidades. No me quedó otra alternativa que ir a estudiar a un preuniversitario en el campo.

Durante este período sufrí un Agnes Quístico Complicado, hereditario. Tuve que ir a consultas de piel, a salones de cirugía menor muchísimas veces, tuve que hacer tratamientos con antibióticos muy fuertes por los gérmenes que se alojaban, pero así mismo, enfermo, tenía que hacer las labores agrícolas en el pré.

No había otra opción, no había pré en la ciudad, fueron eliminados. Tampoco los médicos estaban autorizados a darme un certificado permanente para quedarme en la escuela y trabajar en autoservicio. Los certificados médicos permanentes los habían invalidado excepto para los hijitos de papá.

A partir del año 2000 me presenté a la Facultad de medios audiovisuales de la ciudad de Holguín, tres veces, de ellas aprobé las dos primeras. A la tercera, al ver que comenzaron a ocurrir las mismas bajezas: falta de respeto, favoritismo, fraude y corrupción, me levanté y entregué la prueba de Cultura General sin terminarla y me fui de regreso a Bayamo.

Dos veces aprobé todos los exámenes y me quedé sin una de las 5 plazas que otorgaban para el perfil de Dirección. Recuerdo que el rector, el reconocido profesor, investigador y crítico de cine cubano, Humberto González Carro, en la entrevista, luego de ver que respondía correctamente sus preguntas y se quedaba sin argumentos para no ofrecerme la plaza, me decía: “usted es muy joven, se puede presentar el año que viene”.

Tremenda injusticia. Yo luchaba mucho por mi futuro, estudiaba, me preparaba para los exámenes y al final no lo lograba. Recuerdo que durante las horas en el aula, un estudiante de cuarto año le llevó un pan a otro que estaba realizando el examen como yo, dentro del pan estaban las respuestas de la prueba, la profesora que custodiaba se dio cuenta, lo regañó, pero todo quedó entre socios.

Así mismo otra profesora entró al aula y se detuvo al lado mío, yo pensaba que me estaba revisando la prueba, luego se movió hacia la mesa continua y comenzó a dictarle a otro estudiante y todo muy tranquilo. Observó lo que yo había escrito y luego se lo sopló al que estaba delante de mí.

Tuvieron que pasar 15 años para olvidar aquellas decepciones y retomar la idea de realizar los estudios universitarios, ahora viviendo en la Habana. Igualmente volví a encontrarme con esos males del Ministerio de Educación: burocracia, abuso, maltrato. En Cuba las cosas sí cambian, pero cuando esto ocurre o es para mal o el cambio se hizo muy tarde; es la maldita circunstancia de lo absurdo por todas partes.

¿Qué te llevaste cuando abandonaste la Isla?

Salí el 18 de Julio de este año 2023. Luego de una denegada invitación por la embajada de Francia y a la espera de un parole que me ofreció un gran ser humano, un amigo-hermano, Wilmer A Barzallo, con fecha de primero de febrero y que no ha llegado aún, decidí tomar la única vía posible, la ruta de los volcanes y emprender la travesía rumbo a México para aplicar a una cita en la frontera de los Estados Unidos mediante CBP1.

Algo debo aclarar, podía haberme ido de Cuba durante el mandato de Obama y antes de que éste suprimiera el artículo Pies Secos, Pies Mojados de la Ley de ajuste Cubano. Tenía el dinero y me lo habían propuesto, pero todavía guardaba esperanzas de que iba a poder crecer profesionalmente. Mis resultados eran excelentes en los dramatizados radiales y había logrado ingresar a la Universidad de las Artes, en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación, en la especialidad de Dirección.

Así que no dudé en comprarme un apartamento con el dinero de la venta de mi casa en Bayamo. Jamás pasó por mi cabeza la idea de marcharme al exterior. Mi abuela estaba viva y no tendría valor más que para alejarme hasta la Habana, pues podía verla cada vez que llegarán las vacaciones y los fines de años.

Me pregunta usted que me llevé cuando abandoné la isla: en el plano material me llevé una mochila con dos pantalones, dos shorts, cinco calzoncillos, unos pañuelos, como cinco pares de medias y una toallita.

Dejé mi apartamento con muy buenas condiciones, mi comodidad. Se lo dejé todo a mi mamá a quien jamás pude ayudar a construir ni a mejorar su vivienda. Me fui porque no soportaba más la segregación política y económica, así como la depauperación social de Cuba, la represión y el abuso de poder.

En el plano espiritual, no me llevé más que un deseo enorme de seguir luchando por la libertad de Cuba, de luchar contra la dictadura y de probarme que yo soy un hombre de carácter fuerte. Pensé que mi odio y mis frustraciones habían disuelto mis energías positivas, mi voluntad, pero no es así; tan pronto pegué los pies en otra tierra la carga subió a 100%.

Me siento super activo para empezar de cero en lo que sea. Se me olvidó que yo vivía en una buena casa. Soy sincero, detesto la vulgaridad, la chusmería y el bajo nivel cultural de la mayoría de las personas de Centro Habana, víctimas de lo que el comunismo construyó y me siento muy aliviado de haber salido de allí.

Feliz al no escuchar más el reguetón "Cinturita Maricona" a las tres de la mañana. Me siento incluso más tranquilo respecto a las preocupaciones que mi familia y mi pareja tenían debido a mis opiniones políticas en la calle y en las redes. Toda esa rabia por el destrozo de mi país y la ansiedad por la inercia y el miedo de la gente no será olvidada. Si Dios lo permite, se convertirá en hechos que apoyen la democracia que Cuba necesita. Estaré lejos, pero solo geográficamente.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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