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12 remedios caseros que heredamos de las abuelas cubanas

A continuación compartimos contigo 13 de los remedios caseros que toda abuelita cubana sacó debajo de la manga, en algún momento de nuestra infancia, para hacernos la vida más fácil:


Este artículo es de hace 7 años

La mayoría de las abuelas cubanas se llevan la medalla de oro en la improvisación ante la carencia de algunos medicamentos; en hacerle frente a las numerosas enfermedades que trae consigo el calor del Trópico alternado con intensas lluvias, en lidiar con la ausencia proteínica que muchas veces distingue la dieta del cubano; y, por encima de todas las cosas, se llevan el honor vitalicio de campeonas en la tarea de proteger y amar a sus nietos.

A continuación compartimos contigo 13 de los remedios caseros que toda abuelita cubana sacó debajo de la manga, en algún momento de nuestra infancia, para hacernos la vida más fácil:

1. Pasta Perla para las quemaduras: Cuando sufríamos una quemadura, nuestras abuelitas nos mandaban a embadurnarnos la piel quemada con pasta Perla, aquella que nos tocaba por la libreta y que ni el olor ni la espuma eran su fuerte. Como se dice en la isla: “remedio santo”; adiós a las ampollas o las feas cicatrices.

2. Miel con limón y gárgaras de agua con sal para aliviar la garganta: No existe amigdalitis que perdure luego de juntar estos ingredientes que nunca faltaron en la cocina de una abuela cubana.

3. Caisimón para la inflamación de los pies: El secreto que guardan las hojas de esta planta, muy común en las carreteras de Cuba, se lo conocen todas las abuelitas de la isla. Un cocimiento de caisimón o la hoja extendida sobre la zona afectada, baja la inflamación en un santiamén.

4. Romerillo machacado para las aftas en la boca: Para las comunes aftas por deficiencia de alguna vitamina o proteína, las abuelas nos enviaban a escudriñar todo el barrio en busca de romerillo, que crece en casi todos los rincones. Machacado o en cocimiento limpiaban y ayudaban a cicatrizar.

5. Cocimiento de Tilo para los nervios: Si se va la luz a la hora de la novela o si vienes de estar dos horas en la cola del pollo por pescado, tu abuela te tendrá listo tu “tilito”, como el quimbombó que resbala para la yuca seca.

6. Cucharada de miel para camuflajear la pastilla: De pequeñitos cuánto nos costaba tragar las pastillas, era casi tan molesto como la propia enfermedad; por suerte la abuela estaba allí para machacarla por ti y camuflajearla en una cucharada con miel.

7. Aceite de la bodega para sobar el empacho: Un estómago empacha'o no era nada luego de la técnica de nuestras abuelas, con la cual sobaban una bola acumulada en la pierna valiéndose de aceite vegetal, preferiblemente el que daban en la bodega (porque el otro era muy caro)

8. Pomadita china para gripes, dolores musculares y todo lo que aparezca: Ya sea fiebre, dolores musculares, resfriados o mal de amores, la pomadita china o sus equivalentes como el VapoRub siempre aliviaba cualquier malestar.

9. Técnicas para matar el hipo: “Espéralo y se te quita”, decían las abuelas; otra recomendación era beber mucha agua y aguantar la respiración o recibir un buen susto.

10. Compresas tibias para dolores menstruales: A falta de compresas, también funcionaban pequeñas jabas de nylon, de las que nuestras abuelas mantenían limpias para reutilizar, llenas de agua tibia.

11. Sopa de pollo para matar cualquier virus: ¿A que tu abuela cubana siempre dejaba un cuarto de pollo en el congelador para los días de enfermedad? Un muslito de pollo, fideos y un trozo de malanga era más que suficiente para devolverte a la vida

12. Carne de res o caballo para la anemia: Aunque no supiéramos de dónde lo sacaban -y en ocasiones mejor ni indagarlo- las abuelas solían tener reservado en su congelador un pedacito de carne para subirle la hemoglobina al niño o la niña de casa.

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