1. Tomar fotos sin autorización:
Técnicamente estas tiendas se rigen por un reglamento bastante similar al de una unidad militar. Antes de fotografiar un producto determinado, es preciso solicitar el permiso del empleado de mayor rango dentro de la instalación. Incluso la prensa oficial se ha quejado de esta normativa que dificulta, por ejemplo, denunciar alteraciones de precios y otras irregularidades.
2. Entrar con bolsos, carpetas o mochilas:
Porque todo cliente es un ladrón en potencia, un delincuente que se robará hasta los percheros de tener oportunidad. Antes decían que la ausencia de cámaras de seguridad justificaba esta medida, pero actualmente muchas tiendas cámaras y sigue vigente la prohibición de entrar con bolsos.
3. Salir sin que el custodio te revise la compra:
Husmear exhaustivamente en tu intimidad es su derecho. Y si casualmente el que revisa en la puerta es tu vecino más chismoso, todo el CDR sabrá qué comes, con qué champú te lavas el pelo, y otros detalles que no deberían interesar a nadie.
4. Entrar por la puerta de entrada y salir por la de salida… Rara vez funcionan las dos:
O sea que si se pueden ahorrar un custodio se lo ahorran. Hay que vigilar al cliente a la entrada y a la salida, y si puede ser un mismo empleado pues por qué pagar a dos.
5. Ponerte exigente con las/los dependientes:
A menos que tengas cara de propinero bondadoso; al dependiente le importa un comino si compras mucho, poco o nada. De hecho, esto es una ventaja, pues muchas veces ellos mismos te alertan de la mala calidad de algunos productos. Pero en sentido general, no está entre sus prioridades que el cliente “vuelva pronto”.
6. Aprovechar y perfumarte en la sección de los perfumes:
Normalmente no están al alcance de la mano, y si usas la típica estrategia de pedir a la vendedora una muestra de olor, ella misma te acerca a la nariz la tapa del pomito... así que ahórrate una vergüenza y evita empinar el cuello.
7. Sentarte en el sofá y recostarte sobre el colchón:
Un cartel encima de cada mueble anuncia que no se puede… ya te enterarás en casa si son “un palo” o demasiado blandos para tu gusto.
8. Probarte cómodamente la ropa que quieres comprar:
El cuarto probador existe en las tiendas más grandes, y en las llamadas boutiques (tiendas más caras que el resto), pero en la mayoría no. Además, tendrás que probarte el pantalón o los zapatos con la chapa antirrobo estorbando en alguna parte, porque no son muy amigos de quitarlas para que el cliente se pruebe la prenda con facilidad.
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