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10 costumbres de los campos en Cuba

¿Y tú? ¿Conoces otras?

Alejandro González
La vida en los campos cubanos Foto © Alejandro González

Este artículo es de hace 5 años

Como en muchos países, la vida en las zonas rurales cubanas difiere del ritmo frenético de las grandes urbes.

Para muchos, la ausencia de indicadores de progreso inciden en una mejor calidad de vida. "Qué vida más sana, qué aire más puro" dirían algunos. Para otros, no obstante, en los campos solo se vive una situación desfavorecida y de carencias.

Sin embargo, es evidente que en los campos cubanos el día a día transcurre diferente al de las ciudades, por eso listamos algunos de los rasgos propios de los campos de Cuba.

1) Vivir con las puertas de casa abiertas: si bien hay zonas donde los robos y la delincuencia amenanzan con acabar con esta rutina, en muchos de los campos las personas hacen sus quehaceres domésticos, o viven su vida, sin cerrar la puerta principal de la casa o pasar el cerrojo.

2) El olor a café mañanero y el buchito compartido: ¿cómo empezar el día con buen bien y buen semblante renunciando a ese buchito de café mañanero o la conversación compartida con el vecino? Para muchos cubanos, el día empieza una vez que se degusta el néctar negro de los dioses.

3) Conversaciones de patio a patio: una de las cosas más representativas de los campos cubanos es la difuminación de los espacios privados, vetados a alguien fuera de la familia. Por eso cualquier te entra hasta la cocina sin pedir permiso o te pregunta cómo sigue el niño mientras baldea el portal o cuelga la ropa en el patio.

4) Pedir prestado: Ya sea un vestido para una ocasión, la plancha para darle una pasada a los uniformes o la batidora -que regresa acompañada de un vasito de jugo o un poquito de pasta de bocadito. Lo que es de uno es de todos.

5) Se come 'más sano': (y a veces peor; una cosa no quita la otra), pero muchas veces la leche se le compra al vecino que tiene vacas, el arroz o el maíz al que tiene finca, se comen más frutas y se consumen muchos más productos de la tierra.

6) La gente se recoge antes: a la efervecencia de la vida diurna le sigue el silencio de la noche, hay menos carros, menos transporte público y muchas menos alternativas de ocio por lo que usualmente cuando cae la noche, cada quien se encierra en casa -a veces literalmente para evitar los mosquitos- y se queda viendo la programación televisiva o algo de lo que circula en memorias USB o del Paquete. No pocos también se refugian en Morfeo mucho antes que en las grandes ciudades.

7) El vecino es familia: con todo lo que implica. Los vecinos en el campo no solo están al tanto de la vida de los demás, de sus penurias y sus logros sino que participan de sus vidas como si les uniese algún vínculo de consanguinidad: lo mismo te recogen al niño en la escuela, que te acompañan a hacerte un análisis, te pintan el pelo o te hacen la comida si estás en cama.

8) Un teléfono privado es de todos: si en la capital son pocos los teléfonos fijos privados, en las zonas rurales disponer de uno es un lujo que convierte al domicilio del afortunado en punto de encuentro y 'centro local de comunicaciones'. Algunos hacen de esto, además, una forma de ganarse un dinerito extra.

9) Limpiar la acera: en muchas de las casas de los campos cubanos la acera se considera una extensión del domicilio y se limpia con la misma asiduidad y esmero que la sala o las ventanas de casa. Aplacar la tierra de las ceras a base de cubos de agua y escoba es una de las tareas 'domésticas' de quienes viven en el campo.

10) El tractor es un medio de transporte personal: además de su principal función de servir para las labores del campo, los tractores y las rastras de mercancías terminan asaltando las calles y compartiendo rutas con los carros, las amionetas o las bicicletas que haya en el pueblo. No es por eso nada infrecuente ver a diario a los tractores, llenos de tierra en muchas ocasiones, moviéndose en los pueblos como un medio más.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.