APP GRATIS

Curiosidades y divertidas historias del ferrocarril urbano en La Habana

Los habaneros bautizaran a sus novedosos tranvías como “los carritos”. Eran movidos por tres caballos y se dividían en dos clases, la Primera y la Tercera, con un precio por billete que era de entre veinte y treinta centavos.

Revista Electric Railway 1916
Antiguo tranvía eléctrico de La Habana Foto © Revista Electric Railway 1916

Este artículo es de hace 5 años

La historia del ferrocarril público urbano en La Habana, está llena de hechos interesantes, curiosos y muy graciosos.

Resulta que este medio de transporte que unió inicialmente los entonces caseríos de Jesús del Monte (actual municipio 10 de Octubre), el Cerro y el Carmelo en el elegante barrio de El Vedado, comenzó a funcionar en la ciudad por allá por el mes de junio de 1862. Lo inauguró el mismísimo Capitán General de la Isla, Don Francisco Domínguez, Duque de la Torre, en un acto solemne.

Pero toda la pompa no evitó que los habaneros bautizaran a sus novedosos tranvías como “los carritos”. Eran movidos por tres caballos y se dividían en dos clases, la Primera y la Tercera, con un precio por billete que era de entre veinte y treinta centavos.

Los cocheros se volvieron unos personajes cotidianos muy conocidos y populares, al punto que eran llamados por sus nombres. Su indumentaria era de lo más peculiar e inconfundible: llevaban gorras de piqué blanco en forma de plato, con visera de concha de carey o plana, y la consabida fusta o látigo para “manejar” a los animales.

En la plataforma tenían un banquito más alto que usaban en las pendientes donde, no era necesario fustigar a los pobres caballos, para que fueran más rápido.

¿Cómo se sabía que venía el carrito? Pues con bastante antelación gracias al tintinear del montón de cascabeles colocados en la collera de los caballos, que se escuchaba a grandes distancias. ¡Pobres bestias! Resulta que los cocheros ferroviarios del transporte citadino no llegaban a treinta y en sus corrales y caballerizas permanecían unos de 300 caballos que eran empleados diariamente.

Este tipo de transporte, con tan solo 50 carritos, explotó unos 56 kilómetros de vías férreas en todos los tiempos. ¡Sorprendente!

Llegó la electricidad

La tortura de los equinos terminó a inicios del siglo XX con el arribo de los tranvías eléctricos habilitados por The Havana Electric Railway Company, una compañía estadounidense que pasó a ser The Havana Electric Railway, Light and Power Company en 1913.

Según el historiador Emilio Roig de Leuhsenring, citado en un revista Carteles de 1950, un sindicato americano compró en 1901 los tranvías y ferrocarriles suburbanos y el gobierno interventor les dio permiso para reconstruir y electrificar las líneas férreas que había en La Habana y colocar nuevas en esta ciudad y barriadas vecinas. Pero este medio de transportación fue recibido con hostilidad y desconfianza por los habitantes y no demoraron el choteo y la burla criollos.

Y no era de extrañar. Fueron tan frecuentes los accidentes y choques de los carros eléctricos que la población terminó llamándolos por el mote de “funerarias eléctricas” o “la langosta”, debido a los dos troles o antenas que tenían. El primero de La Habana, hecho en los Estados Unidos, transitó por las calles habaneras en 1901. Finalmente fueron aceptados por los usuarios y las líneas se expandieron por la urbe, hasta sobrepasar la municipalidad de la capital.

El ramal del Vedado se trasportaba en trenes a vapor de dos o tres carros, impulsados por locomotoras. Y aquí va lo gracioso y atractivo del asunto. Se hizo muy popular “el carrito de los novios o de las campanillas” ¿De qué se trataba? Pues del último tranvía que salía a las diez y media de la noche de las terminales y traía de vuelta a La Habana a los jóvenes con novias en las barriadas de Carlos III y Jesús del Monte.

Permanecieron únicamente cuatro líneas dobles del ferrocarril eléctrico que salían de las terminales del Vedado, Cerro, Jesús del Monte y Príncipe, en dirección a San Juan de Dios y el Muelle de Luz. Más tarde se extendieron a San Lázaro, Galiano, 23 y J, Ángeles, Florida, Vives y Belascoaín, entre otras calles. Las ciudades de Matanzas, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba también tuvieron sus trenes eléctricos.

Pero finalmente también le llegó su fin al ferrocarril eléctrico cuando aparecieron las más baratas, veloces y flexibles guaguas que cobraron auge a mediados de los años treinta.

El histórico y hoy poco recordado tranvía eléctrico dejó de funcionar como medio de transporte urbano 32 días antes de cumplir 90 años. Justo el 29 de abril de 1952 hizo su último viaje por las calles habaneras el vehículo número 338 de la línea Príncipe Avenida del Puerto.

Comentarios

Archivado en:

Últimas noticias:

Últimos vídeos:


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689