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6 escritores cubanos que ya deberías haber leído

No hay forma de hacer o leer una literatura tan comprometida con Cuba y todos sus matices sin abordar aquello que es su principal sello identitario.

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Feria del libro Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

La mejor manera de acercarte a la complejísima realidad cubana e intentar comprenderla es leyendo a sus escritores. Especialmente aquellos que dedicaron su vida a sumergirse con todas sus energías en ella, para poder desentrañarla y luego decodificarla.

No hay forma de hacer o leer una literatura tan comprometida con Cuba y todos sus matices sin abordar aquello que es su principal sello identitario: la vorágine económica, política y social que ha sido la realidad cotidiana de la Isla durante el siglo XX.

No obstante, existen también autores del siglo XIX que son la personalización misma de la nacionalidad cubana, como es el caso del Apóstol José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, un genio que miraba a través de las generaciones y que escribió sobre tantas cosas, que es difícil comprender cómo alguien pudo hacer que cupiera tanto en tan solo 42 años de existencia.

Ciertamente varias generaciones de cubanos conocen Los Versos Sencillos, la Edad de Oro, pueden recitar pasajes de Los Zapaticos de Rosa y hasta de la carta a Manuel Mercado, aunque ignoran otros muchos textos valiosos de Martí. Los más jóvenes, de menos de veinticinco años, ya no reconocen los más conocidos con tanta facilidad.

Otro de los indispensables es Alejo Carpentier, premio Cervantes, el más grande reconocimiento que hace a un escritor la Academia de la Lengua Española. Este importante autor definió el concepto de lo “Real maravilloso” y lo declaró patrimonio de Latinoamérica. Se trata de ese sentido de sorpresa ante lo inesperado, inusual o improbable que se produce de distintas maneras, tanto naturalmente, como por la manipulación de la realidad, la percepción que de esta tiene el artista, y también por propósitos sobrenaturales que siempre generan la existencia de algo distinto de lo normal.

Este concepto está presente en toda su obra, en la cual sobresalen El reino de este mundo, Los pasos perdidos y el Siglo de las Luces, donde confluyen el amor, la convivencia, la mezcla de personas y culturas, la política y la topografía, entre otros elementos. Esta idea carpentieriana ha influenciado enormemente a los escritores latinoamericanos que le precedieron.

El tercero es Leonardo Padura Fuentes. El escritor cubano más vendido del mundo en la actualidad. Y por cierto, profundamente carpentieriano.

Una gran perspicacia e inteligencia caracterizan a este autor cubano que se dio a conocer como escritor en los años noventa del pasado siglo con su serie de novelas policiacas donde sale a la luz la esencia más pura de la Cuba post revolucionaria, absolutamente con todos sus matices, revelada a través de su personaje principal el detective Mario Conde. En cambio, su genialidad es reconocida en dos novelas que están fuera del tema criminológico. Una de ellas es El hombre que amaba los perros sobre la vida de Trosky y la otra La Novela de mi vida, que narra la genial y precoz existencia de José María Heredia, el poeta cubano.

En una entrevista para BBC mundo, Padura expresa que utilizar la literatura para hacer política es algo erróneo pues el arte de escribir, al igual que la política, tiene sus propias reglas. El escritor, considerado por muchos el más importante de Cuba en la actualidad, explica que en el caso de la isla cualquier ejemplo, actitud o decisión que se aborde implica tocar un tema de índole política. Termina diciendo que es más efectivo presentar la realidad de la isla dándole un espacio al lector, que haciendo uso excesivo de lo político.

Para este magnífico literato "los recursos artísticos pueden ayudar muchísimo al escritor la hora de hablar de sociedades que son más o menos cerradas, sociedades en las que no existe una completa libertad de expresión." Padura continúa viviendo en La Habana, en su casa del barrio de Mantilla, donde nació.

En cuarto lugar, Guillermo Cabrera Infante, también premio Cervantes, obtenido en 1997. Se vio precisado a radicar definitivamente fuera de su país en 1965. Sus ideas desde entonces fueron totalmente opuestas al régimen establecido en la isla después de 1959, lo cual queda muy claro en su obra. Esta se vuelve una búsqueda incesante del verdadero espíritu de cubanía al cual identifica con el que prevalecía en la Cuba pre revolucionaria. Esto provocó que sus textos fuesen proscritos y por ende muy poco conocidos en la isla, en cambio sí tuvo una gran influencia entre los exiliados cubanos. Sus novelas más reconocidas son Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto.

Su posición ante el gobierno de su país fue tan radical que se negó a que sus novelas fuesen publicadas como parte de la línea de edición de emigrados, establecida por el Ministerio de Cultura.

Reinaldo Arenas. Este escritor permaneció en Cuba luchando a través de sus novelas por las ideas políticas que defendía y se oponían al proceso que vivía el país. Su serie de novelas titulada Pentagonía encierra una profunda crítica al autoritarismo el gobierno cubano y la posición de este ante la disidencia. Son ellas Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, El asalto y El color del verano. Comienzan narrando entusiasmo inicial con el cual el autor acoge al régimen revolucionario y el posterior desengaño.

Finalmente en el éxodo masivo del Mariel en 1980, Arenas se vio obligado a salir de la isla. En Antes que anochezca, su autobiografía, relata con gran fuerza y crudeza los problemas que enfrentaba un escritor homosexual en Cuba y las dificultades para salir de la isla.

Por último, Pedro Juan Gutiérrez. La obra de este autor pretende ser igualmente una denuncia a la sociedad y recoge las miserias de su país y de su ciudad, todo ello apoyándose en una profusión de imágenes escatológicas que ubican a su obra dentro del movimiento que ha dado en llamarse realismo sucio.

Insiste con frecuencia en la inmoralidad, la violencia, el desencanto desde el interior caótico de la urbe, a la vez que evoca su parte contraria. Plasma en sus obras la realidad de la manera en que solo puede hacerlo alguien que ha vagado por las calles habaneras y se ha apoderado de su esencia.

Entre sus obras se destacan Trilogía sucia de La Habana, El Rey de La Habana, Animal tropical, El insaciable hombre araña, Carne de perro y libros de poesía como Espléndidos peces plateados, La realidad rugiendo, Fuego contra los herejes, Yo y una lujuriosa negra vieja, entre otros.

Pedro Juan Gutiérrez sigue viviendo en La Habana.

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