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La aterradora historia de la Gritona de Seborucal

Según la tradición oral remediana la joven ha estado vagando por la comarca desde hace varios siglos, cuando a partir de la medianoche, abandona su morada y con la cabeza entre las manos, da varias vueltas en el generando espeluznantes gemidos.

Milan Markovic / Deposit
Mujer gritando Foto © Milan Markovic / Deposit

Este artículo es de hace 5 años

San Juan de Los Remedios, la octava villa fundada por los españoles en la isla de Cuba, es una comarca que reserva indudables atractivos al visitante. Sus viejas casonas, sus iglesias y recodos hacen de este municipio villaclareño ubicado a 348 kilómetros de La Habana, una ciudad museo.

Este enclave del centro norte de la isla acoge cada 24 de diciembre uno de los tres Festejos Nacionales de mayor renombre: Las Parrandas Remedianas, un espectáculo inolvidable donde las carrozas, los fuegos artificiales y los trabajos de plaza son protagonistas indiscutidos. Sin embargo, este feudo con más de cinco siglos de historia es también el lugar de mayores mitos y leyendas dentro de la geografía cubana.

Desde su surgimiento, San Juan de los Remedios fue una suerte de pueblo maldito, al estar continuamente asolado por demonios y fantasmas, y por si fuera poco también por piratas y corsarios. Hoy son muchos los espíritus, brujas, güijes y diablos que siguen aterrorizando a los remedianos, pero ninguno de ellos supera a la Gritona de Seborucal.

Según la historia, contada de generación en generación, a mediados del siglo XVII, una etapa en que la comarca era abatida por las continuas incursiones piratas, vivía aquí una joven de belleza proverbial. Los relatos más minuciosos apuntan que su larga cabellera negra caía en rizos hasta las rodillas, mientras que su tez era de una blancura inmaculada.

Fue en el año 1658, cuando arribó a Remedios el pirata galo Francisco Náu, mejor conocido por los historiadores como “El Olonés”, comandando una hueste de asesinos, los que a su paso saquearon, violaron y quemaron vivos a muchos de los pobladores de Remedios.

La familia de la joven en cuestión fue una de las abatidas por aquellos bárbaros, sin embargo, ella había logrado escapar ilesa de los actos vandálicos que terminaron con la vida de los suyos. Y estuvo escondida durante algún tiempo en una caverna ubicada en la zona de Seborucal.

Sin embargo una tarde la joven tuvo la desdicha de encontrarse con los bandidos, y aunque echó a correr, no logró escapar de su destino, cayendo en las manos del mismísimo Olonés, quien quedó prendado enseguida con aquellas exquisitas líneas, que quiso tomar por la fuerza.

La desdichada joven se defendió con manos y dientes de las sucias intenciones del pirata, a tal punto que el rudo marinero, irritado y frenético, tomó un hacha afilada y le cercenó la cabeza a aquella hermosa remediana.

Sin embargo, sucedió algo inaudito. Según se dice, la víctima se levantó y sujetó con sus dos manos la larga cabellera para tratar de situar la cabeza en su lugar.

Ante el terror de los malhechores aquel cadáver andante salió corriendo hasta esconderse en su caverna y de nada sirvió que trataran de hallar el cuerpo, pues no dejó otra señal que no fuera las manchas de sangre.

Luego, los remedianos sobrevivientes de aquel trágico saqueo tendrían que vivir bajo otro terrorífico asedio pues el espíritu de la joven salía de su morada cuatro viernes de cada año: el primer viernes de enero, el viernes de Dolores, el viernes Santo y el viernes precedente a la Navidad.

Según la tradición oral remediana la joven ha estado vagando por la comarca desde hace varios siglos, cuando a partir de la medianoche, abandona su morada y con la cabeza entre las manos, da varias vueltas en el generando espeluznantes gemidos.

Aún hoy los alaridos de la llorona son capaces de aterrorizar a cualquier habitante, que se han visto obligados a compartir el dolor de aquella joven finada por el Olonés.

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