
Las comidas de los piratas que rondaban los mares cubanos son la raíz de tradiciones culinarias en las zonas costeras que se van perdiendo en el tiempo. Al imaginar la cocina de un barco pirata, muchas personas piensan en pescados a la plancha, o un suculento guiso con bacalao. Si eres de los que cree que los piratas vivían de pescado fresco te doy un dato curioso, en altamar la profundidad del agua hace que sea casi imposible pescar para comer.
Los bucaneros eran especialistas en deshidratar carnes y pescados
La vida de los piratas siempre cautivó la imaginación de muchas personas por estar asociada a grandes aventuras, viajes de descubrimientos, secretos y tesoros. Sin embargo, la mayor parte del tiempo la pasaban deambulando por los mares, huyendo de las embarcaciones de las armadas de diferentes países y pasando muchas vicisitudes, sobre todo hambre.
Vivir en altamar era sumamente duro, especialmente por la alimentación y la escasez de agua potable. La naturaleza perecedera de los alimentos despertó en los piratas su astucia para aprender métodos de preservarlos. Se dice que una de las técnicas que más utilizaban era la deshidratación de las carnes y pescados. Para ello las salaban y secaban muy lentamente sobre unas rejillas de madera conocidas como barbicas, que se colocaban en unas chozas llamadas boucan, palabra que dio origen al vocablo bucaneros.
Una dieta poco saludable y con mucho alcohol
La dieta pirata era pobre en cualquier tipo de alimento fresco. Las frutas no duraban mucho, ni las carnes saladas, ni los quesos, pues se dañaban con la humedad que provocaba la entrada de agua marina a las bodegas de los barcos. A menudo los piratas utilizaban especias muy fuertes para enmascarar los sabores a podrido del tasajo. Quizás por eso eran fervientes buscadores de comino, azafrán, curry y pimientas.
Otro suculento botín eran el ron, el tequila y el brandy o coñac, pues esta mercancía compensaba los efectos del hambre y exaltaba el espíritu aventurero. Además, como el agua no duraba mucho almacenada en los barriles, porque descomponía la madera y creaba musgo, los capitanes ordenaban que se elaborara una bebida suave, llamada Grog, en honor a su creador el almirante Edward – Old Grog – Vernon.
El Grog era un ron al que se le añadían especias. Se dice que la receta original para un hombre sería de: una medida de ron, más tres medidas de agua caliente, más el jugo de un limón y tres cucharadas de azúcar. Por eso no pocos investigadores del mundo de la gastronomía ven en el Grog, la raíz del Mojito Cubano.
El cocinero pirata más famoso
Robert Louis Stevenson publicó por vez primera la Isla del Tesoro bajo el nombre “The Sea Cook, or Treasure Island”. Esto se debía a que el personaje principal, el más carismático villano del mundo de la piratería, John Silver el largo, era de profesión cocinero.
En la novela muchas escenas giran en torno a la comida. Stevenson nos muestra de un modo sutil que el verdadero poder no está en el control de las armas o del conocimiento (en este caso representado en el mapa), sino en la inteligencia emocional. John Silver representa la astucia, el ingenio y la capacidad de liderazgo. Desde su oscura cocina, el viejo lobo de mar conquistó el mundo.
Existe la teoría de que esta novela se desarrolla en la Isla de la Juventud, pero esto nunca fue probado, ni lo será. A pesar de eso, hay historias reales que demuestran la presencia de piratas en las costas cubanas durante varios siglos. Muchas de las recetas y prácticas culinarias de épocas de piratería se conservan en las regiones costeras cubanas. Estas tradiciones siguen vivas en comunidades olvidadas por los medios de comunicación y por los investigadores sociales. Esperan ser estudiadas algún día, ojalá no sea tarde.
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