
Ya el propio acto de migrar y las razones que lo motivan, hacen del cubano un ser diferente al resto de los habitantes del planeta. En otras tierras, las que sean, ha tenido que reacomodarse en su propia piel, contar hasta cien y zamparse el trago amargo de lo desconocido.
Sin embargo, el cubano es el ser más fiel a sus raíces, por más que deba repensarse y moldearse para encajar en patio ajeno. A donde quiera que va le acompañan sus costumbres, sus vicios y otras tantas manías “made in” Cuba.

A continuación, compartimos siete de las señales más evidentes que delatan al cubano o cubana en cualquier parte del mundo. El cubano:
1. Se ríe alto: Si estás, digamos, en un café de Berlín, y sientes una risa histriónica que se adueña de lugar y hace voltear las miradas (quizás acompañada de unas palmadas) seguramente te encuentras en presencia del “cubano sapiens”, a quien le acaban de contar el más picante de los chistes.
2. No cree en el espacio personal o la privacidad (en el mejor sentido): Para muchos, los cubanos somos “demasiado” cálidos. Por lo general somos muy espontáneos y ello incluye dar muestras de aprecio sin pensar en la posible incomodidad ajena. Damos besos en la mejilla en vez de saludar con la mano, hacemos preguntas muy personales como muestra de preocupación por el bienestar del otro, llamamos “mi socio” o “mi hermano” a cualquier desconocido que nos haya hecho el mínimo favor, abrazamos hasta por mero gusto y no esperamos invitación para entrar ni para sentarnos.
3. Apunta con los labios: Un gesto muy común entre latinos, los cubanos lo heredamos de nuestras abuelas. ¿Tenemos las manos ocupadas? No importa, hay boca para señalar dónde dejamos las llaves o quién fue el que se comió el último chicharrón.
4. Siempre tiene una canción en la cabeza: Como una receta infalible para ser feliz a toda costa, el cubano tiene siempre un repertorio de canciones bailables en la cabeza. Si lo atrapas despistado, cocinando o tomando un baño, lo más probable es que se encuentre tarareando algún tema de Celia Cruz, los Van Van, Beny Moré u otro de los tantos y talentosos músicos cubanos.
5. La familia es lo primero: En la billetera, monedero o celular siempre conservará fotos de sus padres, abuelos, hermanos o alguna sobrinita. El cubano es familiar hasta la médula y por muy lejos que deje a los suyos, siempre les dedica más de un pensamiento al día.
6. Te trata como si te conociera de toda la vida: Casi le resulta imposible lidiar con el trato de “Ud.” y la frialdad de las normas de cortesía más convencionales. Es natural y trasparente, y prefiere tener una conversación relajada a parecer educado.
7. El tiempo para compartir con amigos es sagrado: El cubano es un ser muy social y, a través de una partida de dominó o un “motivito”, aprovecha cualquier ocasión para compartir con los amigos más cercanos.
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