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7 “cuentos de miedo” de los campos de Cuba

Hoy compartimos con nuestros lectores 7 de las más famosas, que perfectamente encajarían en ese género tan inocente y a la vez tan fascinante que son los “cuentos de miedo”.

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Tiñosa Foto © Blog Qbano Web

Este artículo es de hace 5 años

Como todos los pueblos del mundo los cubanos también hemos desarrollado una mitología propia a lo largo de los años, cuyas historias y fantasías prevalecen más en los campos que en las ciudades.

Muchas de estas leyendas fueron recogidas por Samuel Feijoó en Mitología Cubana, un texto de referencia para quienes quieran acercarse a lo más representativo de nuestro imaginario popular.

Hoy compartimos con nuestros lectores 7 de las más famosas, que perfectamente encajarían en ese género tan inocente y a la vez tan fascinante que son los “cuentos de miedo”.

1. La “tía” loca. Cuento muy común en las becas y escuelas en el campo de todo el país, según la cual una supuesta auxiliar de limpieza o “tía”, perdió la razón y ahorcó a su propio hijo con un perchero en el baño del dormitorio, y luego se quitó la vida saltando por el balcón. En las noches se escuchan los llantos del niño y los gritos de su madre arrepentida.

2. El Niño del Diente Largo. Cuento muy frecuente en los campos de la región central, que habla de un guajiro que se encontró en el camino con un niño solitario, de unos 5 o 6 años de edad, y le ofreció llevarlo hasta el pueblo en su caballo. Después de cabalgar un rato, el niño dice “mira mi diente”, mientras el guajiro ve aterrorizado como el niño se ha puesto grandísimo y le sobresale un diente muy largo. En versiones más modernas el camino es una carretera, el guajiro es un joven y el caballo es una moto, pero el niño siempre es el mismo.

3. La Gritona del Río. Es una mujer blanca con larga y negra cabellera, de apariencia fantasmagórica, que como su nombre indica, suele gritar a media noche en los oscuros campos de Cuba, aterrorizando a quienes la escuchan. La Gritona habría sido decapitada por un amante no correspondido. A quienes la escuchan le esperan diferentes desgracias como enfermedades, locura, abortos y muerte. En otras versiones el fantasma carga una bebé muerta en sus brazos, y pide a gritos desesperados que alguien se la bautice en el río.

4. Ñangajúa. Variante nacional del mito eslavo de Baba Yaga, la bruja que devora niños. Principalmente en algunos pueblos de oriente, su nombre se utiliza para persuadir a los más pequeños de portarse bien y no salir solos al monte, donde puede aguardar la voraz y terrible Ñangajúa, que come carne humana y prefiere la de los niños.

5. La Luz de Yara. Es una de las leyendas más antiguas del país, según la cual el alma del cacique Hatuey— o de una supuesta amante que se aferró a su cuerpo en el momento en que lo quemaban— vaga aún por esa zona de la provincia Granma, y se manifiesta adquiriendo formas luminosas de diferentes tamaños que “salen” a los viajeros, aunque no les causa daño alguno. En general, cualquier luz que manifieste cerca de un cementerio, se atribuye a una “Luz de Yara”.

6. El Güije. Duende cubano por excelencia. El más famoso de los mitos nacionales. Se trata de un negrito cabezón y huidizo, que vive desnudo entre la vegetación cercana a ríos y lagunas. Los güijes sí pueden hacer daño a quienes lo ven, arrastrándolos bajo el agua. Según las versiones del mito en diferentes regiones, estos seres pueden ser invocados dando doce vueltas a una ceiba a las doce de la noche, arrojándoles tabaco, o capturados por 3, 7 o 12 Juanes.

7. La Madre de Aguas. Es un majá gigante “del grosor de una palma”, con cuernos en la parte superior de la cabeza y escamas tan duras que “no le entran ni las balas”. Habita en lagunas que nunca se secarán mientras el monstruo viva en ellas, y según la leyenda, quien trate de cazarlas morirá.

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