El autismo es un desorden del desarrollo del cerebro que compromete, en mayor o menor grado pero siempre de modo significativo, el funcionamiento global del niño que se retrasa, con relación a los de su edad, en la adquisición de habilidades para la comunicación, para establecer relaciones sociales y en la organización de la conducta en su vida diaria. Todas, incluso, pueden estar prácticamente ausentes.
Su prevalencia varía mucho de un país a otro. Su causa hasta el momento es desconocida. Se invocan influencias ambientales (toxinas, sustancias químicas), infecciones virales en la etapa prenatal o posnatal temprana, intolerancia a ciertos alimentos (gluten, caseína) y factores genéticos.
Se han identificado hasta 20 genes que pueden intervenir en el origen del trastorno y que aportan una predisposición.
Los rasgos más notables de los autistas son la dificultad para establecer relaciones sociales y para la comunicación, tanto verbal como la que realizamos a través de los gestos, el tono de la voz o la mirada. Es "como si no captara" lo que otras personas sienten. Por ejemplo: no reconocen por la expresión del rostro cuándo la persona está triste, "brava" o alegre.
Estas dificultades también la traducen en la imposibilidad de reproducir gestos y posturas que otros hacen, como hacer "las torticas", tirar besos, decir adiós con la mano.
Estos síntomas varían. Hay niños con manifestaciones muy severas y otros con rasgos mínimos. Estas pueden semejar alteraciones en su "modo de ser", siendo descritos como "extraños o raros" y presentar además dificultades en el aprendizaje.
Las personas afectadas severamente tienen posibilidad de autolesionarse, presentar movimientos repetitivos sin una finalidad específica y tener una conducta agresiva.
Los primeros síntomas aparecen tempranamente, antes de los tres años de edad.
Los síntomas persisten durante toda la vida. Con la maduración y el accionar terapéutico muchos niños mejoran. Puede haber un aumento de la sintomatología al arribar a la adolescencia.
El autismo se puede asociar a la epilepsia, al síndrome de Down y con otros desórdenes que cursan con retraso mental, como el síndrome del frágil X y la rubéola congénita.
El diagnóstico es eminentemente clínico. Puede ser confundido inicialmente con problemas auditivos, con los cuales puede además concomitar, y otros desórdenes mentales como las psicosis infantiles.
El tratamiento es multidisciplinario y sistemático, y se encamina fundamentalmente a lograr el desarrollo de habilidades sociales y del lenguaje para lo cual se utilizan estrategias educativas e intervenciones médicas. El uso de fármacos está indicado para el control de algunos síntomas, como la agresividad o las convulsiones, entre otros.
El autismo es un trastorno de larga evolución y resulta muy importante que los padres aprendan a convivir, tratar y educar a un hijo con estas características. La estrecha interrelación con él favorecerá la evolución y el pronóstico del menor. Es recomendable, además, la asesoría genética en caso de desear la concepción de otro hijo.
Ante cualquier inquietud o preocupación sobre posibles alteraciones en el desarrollo de los niños, se debe acudir de inmediato a los servicios de salud y consultar con un personal especializado, para la detección precoz y tratamiento oportuno del autismo u otro trastorno del desarrollo.
¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:
editores@cibercuba.com
+1 786 3965 689