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Bariay, parque-monumento

El Parque Cristóbal Colón, en la oriental provincia de Holguín, sitio cargado de historia y también de belleza natural  cuenta con suficientes atractivos para el desarrollo de programas de turismo de naturaleza


Este artículo es de hace 15 años

El Parque Cristóbal Colón, en la oriental provincia de Holguín, sitio cargado de historia y también de belleza natural que conmovió a Cristóbal Colón, cuenta con suficientes atractivos para el desarrollo de programas de turismo de naturaleza, pues tiene excelentes playas y una muy rica y peculiar flora y fauna.

La infraestructura del lugar reúne más de tres parques y un centenar de senderos a recorrer a través de más de 40 kilómetros de costas acantiladas, donde puede disfrutarse de 13 playas —como las de Guardalavaca, Esmeralda y Pesquero—, seis bahías, tres ríos, siete cayos, unas 170 cuevas y numerosos sitios arqueológicos. A ello se unen bosques naturales y la cercanía del Parque Recreativo-Cultural Chorro de Maíta. Además el sitio posee una extraordinaria plataforma submarina, con varias barreras coralinas y pecios hundidos.

Desde ese retiro es posible admirar dos de los sitios más llamativos de la geografía holguinera: la silla de Gibara, montaña nombrada así por el Almirante, debido a su semejanza con una silla de montar a caballo, y la mezquita de Colón, sitio que recrea una hermosa leyenda andaluza. Otros lugares significativos son los cerros Alto y Los Portales.

Hoy constituye un hecho confirmado que la bahía de bolsa de Bariay fue el primer punto de nuestra geografía tocado la Niña, la Pinta y la Santamaría, las tres naves comandadas por Cristóbal Colón —razón por la cual el sitio ha sido convertido en Monumento Nacional— y la belleza de su entorno se enriquece con el rescate de la historia y los denodados esfuerzos por devolver su apariencia original al lugar.

Se entra al parque por el fortín español, pequeña construcción aparecida durante la Guerra de Independencia (1895-1898), enteramente construida de madera dura y montada sobre pilotes; con piso de tablones, techo de madera forrado de hojas de palma, que cuenta también con aspilleras. En su interior se conservan objetos de los que utilizaban en aquella época los españoles.

El sitio donde fondearon las naves de Colón está marcado por una boya, la cual presenta una banderola en su parte superior con el escudo de armas del Almirante. Desde allí pudieron ver los navegantes las techumbres de las casas de una aldea aborigen. Desde allí ordenó Colón echar anclas y mandó desembarcar para llegar a tierra y tomar posesión en nombre de los Reyes Católicos.

Fueron, precisamente, las excavaciones arqueológicas realizadas por el Dr. José Manuel Guarch del Monte (1931-2001) y sus colaboradores —quienes con anterioridad habían descubierto la aldea y cementerio taínos de Chorro de Maíta— las que pusieron al descubierto los restos de la aldea de pescadores que halló Colón en su primer viaje, y de la cual se ha realizado una réplica, muy cerca del museo levantado justo donde se encontraron las evidencias arqueológicas, la cual ofrece una muestra de la vida, costumbres y forma de vida de aquellas comunidades. De entonces a acá, nuevos hallazgos arqueológicos se han concretado como parte de una política dirigida a rescatar el patrimonio histórico y cultural, y potenciar su conocimiento, protección y manejo adecuado.

Otra importante construcción, en el extremo más alejado del parque y ya junto a las aguas del Atlántico, es el Monumento Conmemorativo del Medio Milenio del Encuentro entre las Dos Culturas, hecho que no puede dejar de tenerse en cuenta por su extraordinario significado histórico, aunque haya venido cargado de barbarie. El monumento —obra de la artista plástica holguinera Caridad Ramos— presenta las ruinas de una construcción neoclásica europea junto a la réplica de objetos hechos por los nativos y encontrados en las excavaciones cercanas, para mostrar de forma concreta el encuentro, todo ello en medio de una exuberante naturaleza bien cubana.

Sin duda, no pudo imaginar el navegante genovés que, más de 500 años después, esta seguiría siendo la tierra que le hizo exclamar "[…] nunca tan hermosa cosa vido […]".

Fuente: CubAhora 

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