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Boticas de La Habana Colonial

Las Farmacias en la Habana colonial eran conocidas también como Boticas. Algunas de ellas se convirtieron en establecimientos famoso por sus productos, por la belleza de sus instalaciones y por los instrumentos que tenían.


Este artículo es de hace 15 años
Las Farmacias en la Habana colonial eran conocidas también como Boticas. Algunas de ellas se convirtieron en establecimientos famoso por sus productos, por la belleza de sus instalaciones y por los instrumentos que tenían. A esos lugares iban los habaneros en busca de opio, alcanfor, jarabes, ungüentos y otros remedios y también para comentar temas de actualidad.

FueronSebastián Milanés y López Alfaro quienes en 1598 fundaron dos lugares situados, en la calle Real, hoy Muralla y el otro, cerca del Desagüe (Callejón del Chorro), allí se vendía medicinas que llegaban desde Castilla y que en muchas veces llegaban vencidas y, por tanto, carentes de valor.

En 1670 en la ciudad había una docena de farmacias. Pero el verdadero auge de esta actividad en el país tiene lugar a partir del siglo XIX, cuando adquiere su propia independencia y comienza a separarse de la práctica médica.

En 1834 las boticas introducen nuevos productos farmacéuticos provenientes de droguerías de Francia, Inglaterra y Estados Unidos.

Es en esta época en que se funde la ciencia y el arte, con mármoles, bellas vidrieras y mostradores, las farmacias mostraban en sus estanterías de caoba, pomos de porcelana y cristal, que sucedieron a los pomos de loza ordinaria con tapas de hoja de lata y rótulos en tiras de papel.

Se destacó la Farmacia Taquechel, antigua casa de vivienda adaptada en 1898 para establecer una importante farmacia, por el eminente farmacéutico, Francisco Taquechel. Rindiendo honores a su creador, logró fama y preferencia para su tienda y laboratorio, no solo en la capital, sino en toda la Isla. Con una estantería típica, anaqueles bien dispuestos, la farmacia exhibía pomos de porcelana con variados y originales recipientes de loza y vidrio para almacenar medicamentos y drogas francesa, además de útiles de farmacia y libros que acopiaban las recetas.

A esta competencia por el lujo y la elegancia se unieron otras famosas boticas o farmacias de la época entre ellas la Droguería Johnson, la farmacia La Reunión conocida también como botica Sarrá, perteneciente al doctor José Sarrá, que fuera el primer presidente del Colegio de Farmacéuticos de La Habana creado en 1880.

Los Johnson fueron fabricantes de insecticidas, desinfectantes, perfumes, y productos farmacéuticos en general. Exportaron e importaron perfumería, así como productos biológicos, apoterápicos y químicos, sueros y sulfas. Entre sus especialidades farmacéuticas aparecían los aceites y elíxires del complejo B, y en la perfumería eran famosas sus Aguas de Lavanda, Verbena y Violeta.

En 1886, La Reunión era una de las farmacias más elegantes y prestigiosas de la Habana, llegando a considerarse a principios del siglo XX la segunda en importancia en el mundo y la primera en Cuba. Por su amplio repertorio de formulas propias, los productos que aquí se comercializaban y los que se elaboraban como su famosa Magnesia Sarrá, el aceite de hígado de bacalao purg de Sarrá , eran de alta calidad.

Al paso de los años este inmueble sufre profundas remodelaciones estructurales. Los dueños fueron adquiriendo distintas casas colindantes a la botica, droguería y escritorio que ya existían, ya no solo para colocar sus almacenes, se le agregan laboratorios, áreas de oficinas y otras zonas para la producción de medicamentos, para 1912, el complejo farmacéutico abarcaría 18 inmuebles, llegando a convertirse en el mayor negocio farmacéutico de la época en América, incluso se conoció como "La Mayor del Mundo"

La dependencia que el ser humano ha tenido de la medicina en todos los tiempos, queda evidenciada en estas memorables farmacias donde se combinan la excelencia, tradición y exquisitez.

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